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Jugaron todo el tiempo con eso que se llama en negociaciones la necesidad del otro. Por eso el Clan del Golfo no ha pasado de la fase evasiva y huidiza. Lo suyo no es ceder, mucho menos someterse. En su caso, el embrión del alto al fuego estaba muerto porque su negocio es la violencia.
Pero, parafraseando su accionar, había que quemar esa fase, aunque las posibilidades de éxito fueran ínfimas. Gastar un cartucho. El error craso del Gobierno fue esa mano extendida, demasiado generosa, casi ingenua y portadora de ambigüedades cuando no de anuncios improvisados.
Ir tras ellos con todo el potencial de la fuerza pública no solo es clamor general, sino cambio forzado en la estrategia de negociación que así termina pareciéndose, no obstante las críticas del presidente, a la empleada por Santos: quitarle el agua a la pecera con presión militar y ahogar sus recursos combatiendo la minería ilegal, que necesita más que bonos y asistencialismo, y el narcotráfico, pero sin entrar en triunfalismos patrioteros.
La sola guerra no será suficiente para acabar con un dominio territorial extendido por décadas. La consigna es obligarlos a sentarse a la mesa de diálogos, que ya cojea, sin concesiones de estatus y con el sometimiento como única alternativa.
El resultado obvio y cruel será el incremento en confrontaciones, en las que la única perdedora es la población civil. Nada distinto a lo que viene sucediendo: ataques con fusil, paros infiltrados, quema de vehículos y chantaje de los violentos suplantando al Estado en las zonas más desprotegidas. De los resultados operacionales dependerá el ritmo de este proceso, pensado de manera inmediatista e ilusa.
El desafío es un crisol también para el discurso presidencial, que ha comenzado a endurecerse, por lo menos frente a la opinión pública, que ya reclama resultados más que advertencias.Veremos si en la firmeza, libertad y orden que reclaman los gobernadores, Petro logra revertir la imagen de debilidad por exceso de concesiones y retoma el liderazgo de las paces parciales, cuya integralidad hoy es apenas una utopía. Si quieren paz…
