Publicidad

El país de las maravillas

Somos excepcionales

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Mario Morales
15 de octubre de 2025 - 05:05 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Pierden el tiempo quienes quieren homologarnos con los seres humanos de otras latitudes, porque nuestro destino pareciera ir en contravía, si nos atenemos a los hechos de los últimos días… Mientras en otras democracias serias, como Francia, los expresidentes hallados culpables van a la cárcel, como parias y sin objeción gracias al acervo probatorio, aquí los imputados gozan de prebendas y beneficios que no tienen los ciudadanos de bien. Y los aplauden.

Solo en este suelo, signados por la influencia del cangrejismo, creemos que toda gloria pasada fue peor y, presas de la mezquindad, que los logros, distinciones y premios, como el Nobel de Paz, fueron efecto de un descache planetario o de un complot global.

Solo en estas latitudes se celebra al revés: el reencuentro con agresión, como en el Día de la madre; el triunfo con violencia porque sin sangre no hay embriaguez y un acto de destrucción como sinónimo de progreso. No es sino ver el jolgorio por una implosión dizque pionera como en Puente Aranda, desconociendo que desde, por lo menos 20 meses, ya habían implosionado en Bogotá las basuras, cementerios, servicios públicos, movilidad y seguridad, como en el críptico mensaje de Gabo en La Hojarasca.

Solo aquí los tiempos electorales se viven a la inversa. Una vez tomadas las decisiones, el patrón de relacionamiento social es la agresión, manifestada en bates, armas de fuego y el peor glosario del diccionario mientras antes y durante las campañas es la condescendencia y el halago con los candidatos saltimbanquis, transformados, showceros, manipuladores y contradichos que en otro lugar clasificarían si acaso para un freak show.

Aquí la dignidad es sinónimo de patanería, de salirse con la suya; de pasar por encima de la ley, gracias a prontuarios y abusos; de reincidencia, de evadir el castigo, de tener la casa por cárcel o, por lo menos, hacer de la cárcel su casa; pero sobre todo de alardear por ello.

Sí, somos un pueblo peculiar que hizo de sus malos ejemplos un camino; de su desmemoria, un método y de sus vicios, una cultura.

@marioemorales y mariomorales.co

Conoce más

Temas recomendados:

 

Ccdaw(0kmc6)16 de octubre de 2025 - 10:28 p. m.
El mal ejemplo desde la política, trae sus consecuencias…
Luis Carlos Cortés Murillo(4156)16 de octubre de 2025 - 05:18 p. m.
Dio en el clavo con su columna Sr. Morales. Somos dados a premiar a los delincuentes en lugar de aplicar el debido castigo social.
Marcar(6115)16 de octubre de 2025 - 01:50 p. m.
Totalmente de acuerdo y perfectamente descrito.
Felipe Fegoma(94028)16 de octubre de 2025 - 01:59 a. m.
Si este país desapareciese, el mundo respiraría aliviado. Somos campeones mundiales en exportación de malandros, meretrices y cocaína. Récord de patentes en estafas piramidales, corrupción, engaños por correo y delitos por teléfono desde las cárceles, con ineficacia e ineficiencia del estado ausente en la mitad de un territorio nacional que quedó a merced de narcoguerrillos y narcoparacos. Dan hasta lástima esos ridículos que dicen estar orgullosos de ser colombianos mientras emigran a donde sea
Orlando E Del Río Cantillo(28r1t)16 de octubre de 2025 - 12:57 a. m.
Jajjaajjaja esta columna me divierte. Si, estoy de acuerdo. Somos excepcionales (para lo malo) jajajaja. Pero también tenemos cosas buenas.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.