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Por culpa de la más tediosa campaña conocida, no se hizo nada este año en lo político ni en lo legislativo ni en lo regional o locales. La larga semiparálisis, en medio del cálculo electorero, deja, como es proverbial, un país descuadernado y dividido, sazonado con hipócritas llamados a la unidad de los ganadores. Como si no estuvieran ya alistando sus cuadrillas para la toma de puestos clave.
Nada sorprende, ni eso, acostumbrados como estamos a ir en reversa, en contravía de la historia. Cierto fue que no hubo liderazgos apreciables, pero nada de eso justifica que los comicios nos instalaran de nuevo en el siglo pasado, con el regreso de cacicazgos disfrazados, a tono con la época, facilitados por la proliferación de partidos, como evidencia de los afanes personalistas.
En esa duermevela de estos eternos meses, se colaron goles cantados en Bolívar, Sincelejo, Cesar e intermedias, evidencia de unas prácticas inviables que contradicen la justicia y la democracia que permitió estas elecciones.
Quedó a medio camino el verdadero sentido de inconformidad del voto en blanco, presionado por intereses particulares, como en Maicao, Gamarra y Cali. Difuso se ve el centro en el espectro político, hoy redefinido como una sicodelia que sirve más para ocultar que para mostrar; amén del retroceso imperdonable del protagonismo de la mujer.
Sin grandes derrotados, salvo Bolívar en Bogotá y Ortiz en Cali, no hubo la tan cacareada paliza y todo se definió en lo local. Del tal plebiscito solo quedaron enseñas de campaña, así a partir de 2024 las reciclen por falta de creatividad. Queda para estudio si las encuestas fueron testigos o artífices del fenómeno que pronosticaron. Vienen, ojalá, meses de calma chicha, cesarán las voces opositoras en las regiones y se reconfigurarán las pocas que hay de carácter nacional.
Sí, ya estuvo bueno. Es el momento propicio para inversiones prometidas, reformas requeridas (como la electoral) y ejecuciones de proyectos y obras pendientes antes que el monstruo de la eleccionitis deje ver de nuevo sus colmillos. ¡A trabajar gobernantes y legisladores que lo que tienen es tiempo y dinero de sobra! ¿O seguirán con las excusas?
