El Consejo Gremial Colombiano propuso —en la mesa de negociación— un incremento del 2 % para el salario mínimo de 2021. Realmente esto no es lo que debe sorprender, sino que ninguno de los jefes gremiales haya formulado argumentos para la reactivación de la economía. En contraste, la propuesta de las centrales sindicales puso en primer lugar el análisis de la situación actual del país y las necesidades empresariales.
Conscientes de la crisis, los trabajadores estimaron en 12,2 % la caída en el poder adquisitivo de la población colombiana que orbita en torno a ingresos de salario mínimo. Como la recuperación no es posible sin compensar esta pérdida, pidieron que para 2021, como condición extraordinaria, parte del incremento fuera asumido por el presupuesto público con subsidios a la nómina. Ni un solo gremio ha respaldado la idea.
Las intervenciones de quienes representan los intereses empresariales del país fueron delirantes. No hay forma de convencerlos de que la economía funciona cuando los trabajadores tienen ingresos para consumir lo que producen sus empresas. ¡Como aullarle a la Luna! No hay forma de convencerlos de que el aporte de la seguridad social no es una carga, sino un costo de mantenimiento (en términos burdos). Nunca he escuchado a un empresario quejársele a Siemens porque les cobra el costo de mantenimiento de sus máquinas, pero en cambio repiten como disco rayado que los “costos no salariales” los ahogan. Si no quieren asumir la salud y pensiones de sus trabajadores alguien tendrá que hacerlo: el Estado, con más impuestos, que tampoco quieren pagar.
Tampoco han logrado entender que la generación de empleo no es una tarea altruista de las empresas. Ningún empresario contrata a una persona por generosidad, sino por necesidad. ¿Si usted deja $10.000 en el escritorio y vuelve en un año, qué se encuentra? El mismo billete, con menos poder de compra, porque lo que crea riqueza es el trabajo, no la falacia de que pagando menos puede contratar más.
¿Quién les va a comprar su producción si los trabajadores pierden poder adquisitivo? Ahí está la diferencia entre la reactivación y una economía estancada, como la que teníamos antes de la pandemia. Al ritmo de un incremento de salario mínimo de 2 %, al país le tomará seis años recuperar el poder adquisitivo que tenían en 2020 los trabajadores en esta categoría.
En la práctica, avanza la propuesta de reducir el salario mínimo, calificado como muy alto para ese grupo de personas que nunca ha considerado el bienestar como propósito nacional.