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Lo que ha hecho Petro para construir una coalición de gobierno ha sido verdaderamente histórico. El próximo 7 de agosto su gobierno va a tener la coalición parlamentaria más grande de los últimos años con 219 congresistas en la bancada de gobierno y solamente 44 en la bancada de oposición. Para ponerlo en perspectiva, esto equivale a una coalición que es 82 curules por encima de la que tenía Duque hace cuatro años, una verdadera aplanadora para empezar el gobierno petrista.
Como lo señalé poco después de su victoria, es un hecho que el gobierno va a ser capaz de pasar las reformas que presente ante Congreso y ahora solo nos queda discutir el cómo. Petro tiene en la baraja la reforma tributaria, la pensional y la agraria. También una reforma a la justicia y, si es más osado, una tenebrosa reforma a la salud. El éxito o fracaso del próximo gobierno, me atrevo a decir, depende mucho del orden en que intente llevar a cabo sus propuestas.
El equilibrio de mayorías que tiene Petro es, me permiten el término, un equilibrio de Nash. Nash es el matemático/economista del que hablan en la película Una mente brillante, un economista que en su carrera desarrolló los modelos de competencia que hoy en día aplicamos a la biología evolutiva, a la teoría de competencia empresarial y, como no, a la coalición política del presidente Gustavo Petro.
El equilibro de Nash que tenemos en los primeros meses de gobierno se puede explicar de la siguiente forma. Es un equilibrio subóptimo, con poca oposición en el Congreso y poca oportunidad de mejora de los proyectos que se presentan. Sin embargo, así el equilibrio sea subóptimo, a ningún partido le conviene patear el tablero en el corto plazo. Con un gobierno que viene con una tributaria de 50 billones de pesos frescos para ser asignados con sus respectivas arandelas, y una mayoría tan sólida que ninguno de ellos la va a poder romper los primeros meses, todos están marchando como soldaditos. Para tener una oposición fuerte en el Congreso desde el inicio del gobierno se necesita algo así como un milagro.
Sin embargo, los incentivos que tienen los partidos para empezar el gobierno no son permanentes. En unos 15 meses las conversaciones serán alrededor de las elecciones regionales y eso aumenta significativamente el costo de apoyar las reformas impopulares del gobierno. Las concesiones de las primeras reformas ya estarán diluidas y la inminente recesión de Estados Unidos estará respirandole en el cuello.
Fuera de eso, en unos 15 meses, a Petro también se le empieza a acabar el reloj de arena para solucionar los subsidios del petróleo y las subidas de precio de gasolina le empezarán a pasar factura. Cuando los camioneros, taxistas y campesinos estén protestando, ¿de qué lado va a estar, por ejemplo, el Partido Verde? ¿Será que desaprovechan el papayazo de estar del lado de unos votantes que está dejando huérfano el Pacto Histórico? Es mucho lo que está en juego.
En ese momento todos estarán barajando las cartas para las siguientes movidas de poder. Si dos de los partidos grandes se juntan para votar en contra, el gobierno queda contando los votos que le sobran con los dedos de la mano. Ahí se valorizan los disidentes, empieza a premiar la crítica, se acaba el equilibrio Nash. Se acaba la aplanadora con la que podían pasar las reformas duras.
Por eso la importancia de que en los primeros 15 meses Gustavo Petro empiece con el pie derecho, que empiece con las reformas más sensatas. Carrasquilla ya le sirvió de fusible presentando una tributaria de 24 billones de pesos sumamente progresiva, que aumentaba el 68% los ingresos de los más pobres y enfocaba las cargas tributarias en el 10% de colombianos más adinerados. Si Petro presenta una reforma parecida en tamaño y en progresividad, la oposición del Centro Democrático ya no va a poder hacer mucho, los 15 meses seguirán intactos.
Si, por el contrario, el gobierno se enfoca una reforma para eliminar las EPS, para tomarse los flujos del ahorro pensional o para llevar a cabo cualquiera de sus propuestas descabelladas podría echar a perder el trabajo político que lo ha llevado a la situación en la que está. A Petro no se le pide que las reformas sean de derecha, solo que empiece por el lado que es, y para eso basta con que no use excesivamente el pie izquierdo. Por más que se crea capaz de lo contrario, esa jugada solo le sale bien a Messi. Si el presidente quiere caminar sin caerse, también tiene va a tener que usar algo del pie derecho.
