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Los adultos en la habitación

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Martín Jaramillo
11 de junio de 2022 - 05:00 a. m.
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Quedan pocas manos para barajar, pero las suficientes para cambiarle el rumbo a la partida. Quien crea que las cartas están jugadas en estas elecciones es porque no sabe nada de política, o porque nunca ha perdido en Texas Hold’em Poker completando una escalera desde el flop, contra un rival que logró el color con el river.

En lo que sí están jugadas las cartas es en el cambio. El establishment colombiano estaba jugando al parqués de toda la vida y los electores metieron en primera vuelta una patada al tablero que dejó al país al vaivén del uno a uno en Texas Hold’em. El cambio en primera nos dejó una mano de poker entre dos populismos ¿Qué podría salir mal?

El uno, de extrema izquierda, que ha propuesto desde una Asamblea Nacional Constituyente hasta renunciar a la soberanía energética para depender de una dictadura, pasando por la impresión de billetes para repartir entre los pobres y la estatización de los flujos que van al ahorro pensional. El otro, de populismo antisistema, no ha dejado jinete con cabeza, y está tirando muy fuerte de la cuerda de atacar las instituciones a tal punto que no sabemos siquiera si vamos a quedar con algo de ellas.

Esta situación parece inédita pero no es nueva. En la antigua Grecia ya lo advertían: “ahora, quienes dirigen al pueblo son los que saben hablar […] Las revoluciones en las democracias explica Aristóteles en Política V— son causadas sobre todo por la intemperancia de los demagogos”. Los dos líderes de esta carrera política sufren del mismo vicio ancestral, de la misma cuerda populista de focalizar la culpa; de ser más hábiles en encontrar culpables fáciles (los ricos, los terratenientes, los corruptos) y exponerlos ante la opinión con anuncios rimbombantes, que en encontrarle solución a problemas difíciles que tiene Colombia.

Ambos son reflejo, también, de las democracias mediatizadas. El problema es que ahí entramos en una encrucijada: se ganan las elecciones con mensajes simples y efectistas, pero solamente para gobernar uno de los sistemas más complejos de victorias graduales. El reciente libro de Mauricio Cárdenas es ilustrativo en este punto: la diferencia entre el éxito y el fracaso manejando el Estado depende de los detalles, de conocer la complejidad. Depende de usar la palabra precisa ante la Corte, de invocar el instrumento correcto y de resolver la economía política de los grupos de interés oportunamente. Más que un elogio a la complejidad, esta columna es un reconocimiento de lo posible: para el cambio social no basta con ganar las elecciones.

Si bien para ganar las elecciones se necesita un mensaje simple y efectivo, para dejar un mejor país se necesita, como decía Varoufakis, tener adultos en la habitación.

La semana pasada, Petro pasó de acusar a Rodolfo con noticias falsas de ser un explotador por proponer una jornada laboral de 10 horas en presidencia, a prometer que él trabajaría 24 horas al día. Da igual, las 24 horas son insuficientes para administrar los 18 ministerios que tiene Colombia, los 500 mil funcionarios y el billón de pesos que nos gastamos cada día del año. Alguien, distinto al presidente, tendrá que hacer los cálculos de remuneración al capital de las empresas de servicios públicos de tal forma que los usuarios tengamos precios bajos, pero también un servicio de calidad. Alguien tendrá que escoger minuciosamente cada uno de los rubros del presupuesto a recortar para poder así cumplir la regla fiscal. Alguien, diferente al presidente, va a tener que reformar con cuidado los entes de control de tal forma que tengan los incentivos y la capacidad para cumplir su papel de reducir la corrupción. Las soluciones efectivas no vienen de mensajes infantiles.

El paso siguiente, determinante para evitar una victoria pírrica de cualquiera que sea el próximo presidente, es destapar la carta final. Ya sus métodos les sirvieron para convencer al 90% del electorado, pero para saldar al resto no está de más volver a la pregunta que mejor nos puede guiar en la predicción del desempeño del gobierno. Candidatos, ¿quiénes serán los adultos de su habitación?

Martin.jaramillo@email.shc.edu

@tinojaramillo

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