¿Por quién votarían sus hijos?

Hay una cosa que se le debe valorar al Gobierno nacional: nos ha puesto a todos los colombianos a tener discusiones de fondo sobre las instituciones del país en un momento político en el que parecía que convergíamos hacia un inmovilismo mediocre. Lo malo es que la apertura en el ajedrez de las reformas empieza tan mal que prácticamente amenaza con dilapidar todo ese trabajo costoso que es empezar a dar discusiones de fondo.

Un día nos toca defender a las comisiones de regulación de la injerencia indebida de Presidencia, otro día toca defender el sistema de aseguramiento en salud de las noticias falsas en el Twitter de Petro y un día después toca demostrar con cifras el batazo que les da la reforma pensional a los niños de Colombia. Tarea ardua, sí. Por eso hay que ser precisos con los argumentos.

Con la reforma a la salud herida de muerte gracias a la soberbia de la ministra Corcho, creo que la atención se tiene que empezar a concentrar en la reforma pensional. Si bien el texto actual tiene elementos positivos, como eliminar los subsidios a pensiones de más de tres salarios mínimos, universalizar la pensión básica para los más pobres y eliminar la competencia desleal entre regímenes, la reforma es casi que en su totalidad una transferencia de recursos y de bienestar de los hijos y nietos de los colombianos al bolsillo de la generación que hoy está trabajando.

Con esta reforma pensional estamos pidiendo un préstamo que van a pagar los niños, los adolescentes y los que hoy están en sus primeros años de trabajo, para responder por las mesadas de los mayores de 40. Como dicen los expertos en ética aplicada, este es un claro problema de justicia intergeneracional.

Lo cierto es que el Gobierno y los congresistas actuales fueron electos en su mayoría por personas que se van a beneficiar de la reforma. Quienes la van a pagar ni tienen congresista, ni tienen capacidad de movilizarse, ni votaron por quienes hoy van a tomar decisiones sobre ellos. En 30 años, cuando la plata no sea suficiente para financiar el sistema (como ha pasado en varios países europeos), a su hijo le va a llegar la noticia de que la plata para las pensiones no alcanza y que ahora le van a recortar la mesada. En la década del 2050, en la que se pensionarán los hoy treintones, el costo de esta reforma irá en más del 20 % del PIB. ¿Usted cree que él votaría a favor de esto?

En los cálculos de ANIF, el hueco pensional —la cuenta de cobro que les vamos a mandar a nuestros hijos— se duplicará con la reforma. En un par de décadas ya nos estaremos gastando más en pensiones que en cualquier otro rubro el presupuesto y empezarán los gobiernos a ver que las condiciones empiezan a ser inviables. Para verlo desde otra perspectiva, los números de Fedesarrollo muestran que mientras la reforma debería estar ahorrando más de $20 billones en 2024, en realidad solamente ahorra $9 billones, el resto se va para el gasto.

Ni el mismo filósofo John Rawls acertó en una buena teoría de justicia entre generaciones, pues el tema claramente es espinoso. En 1971 dijo que la generación actual tenía un interés sentimental en la siguiente generación y en 1993 rectificó esa teoría señalando que la siguiente generación es más que lo que sentimos por ella. Este debate está vigente hoy y no lo vamos a resolver solo en Colombia, pero prácticamente todo el mundo coincide en, por lo menos, pensar qué votarían las generaciones futuras si pudieran. Los de 30 años, los de 20, los de 10 y los que van a nacer esta década van a recibir la cuenta de cobro a la hora de pensionarse.

¿Por qué cree que votaría su hijo? Mi apuesta es que votaría por un sistema pensional que no dependa de ser una bomba de tiempo.

martin.jaramillo@email.shc.edu, @tinojaramillo