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El riesgo de quedarse corto

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Mary Lou Higgins
12 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
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Hay consenso científico de que el cambio climático es una realidad.

El reciente informe del IPCC, el comité científico que asesora a la ONU, no deja espacio para dudas: si vamos a mantener el aumento promedio de la temperatura en no más de 2oC, se necesita dejar de utilizar combustibles fósiles para la generación de energía antes de 2030 y para los demás usos antes de 2070.

El Estudio de La Nueva Economía (Mejor Crecimiento, Mejor Clima), que lanzó el Presidente Juan Manuel Santos la semana pasada también hace énfasis en la urgencia. Este análisis liderado por el ex-Presidente de México Felipe Calderón demuestra que sí es posible “alcanzar un crecimiento económico duradero en el tiempo que le haga frente a los riesgos del cambio climático¨.

Las conclusiones son contundentes: los próximos 15 años son críticos y determinarán el futuro clima del mundo. Es vital transformar las tres principales fuentes de emisiones: el cambio en el uso de la tierra, los sistemas energéticos dependientes en los combustibles fósiles, y el desarrollo de las ciudades. El informe afirma que la innovación, la eficiencia en el uso de recursos y la inversión en infraestructura baja en carbono son claves para el cambio.

Colombia está incorporando muchas de estas recomendaciones en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo (PND) sobre todo en los capítulos de ciudades, campo, energía y sistemas de transporte. Aunque aún no se sabe cómo ni con qué fuerza van a quedar en el Plan, este busca que las ciudades tengan una visión que concilie la competitividad con la sostenibilidad, que el desarrollo rural se base en el uso adecuado del suelo y en el manejo eficiente del capital natural, y que se promocione el desarrollo de energías renovables y de corredores de transporte multi-modal que reduzcan las emisiones.

Sin embargo, todavía nos quedamos cortos en los cambios estructurales que requiere el país y el mundo para enfrentar el cambio climático.

La meta de llegar a cero deforestación neta cero en el Amazonas en 2020 es critico y clave por el rol que Amazonia juega en el clima del mundo. Pero es urgente establecer metas para otros ecosistemas como el Chocó Biogeográfico, cuya transformación y cambio en el uso de la tierra está generando emisiones y riesgos climáticos. Sigue existiendo interés en el potencial minero de los páramos a pesar de que son ecosistemas frágiles que no solo producen el 70% del agua que consumen el 85% de los colombianos sino que almacenan materia orgánica y carbón, según algunos análisis, incluso en cantidades mayores a las áreas boscosas.

Finalmente, antes de aprobar las zonas de interés de desarrollo rural y económico (ZIDES) para grandes proyectos productivos (proyecto de ley 133) se debe analizar si son sostenibles y cuál será su impacto, por ejemplo, en la generación de emisiones de gases de efecto invernadero en la conversión de humedales temporales y permanentes en la Orinoquia.

Todos los casos anteriores muestran la importancia de que el ordenamiento territorial tenga en cuenta el riesgo climático. Ninguno de los sectores productivos puede desarrollarse si los ecosistemas que le brindan los servicios que necesitan (como el agua) ya no existen o están seriamente afectados.

El país ha tenido avances en el desarrollo de energías limpias: la mayor parte de la energía eléctrica viene de hidroeléctricas y recientemente expidió la ley de energías renovables (Ley 1715/2014). Pero no es suficiente. El modelo económico minero-energético debe iniciar una transformación con urgencia, y la innovación es urgente para reducir su dependencia en la exportación de los combustibles fósiles especialmente carbón, pues el mercado global cada vez se irá alejando más y más de estas fuentes tradicionales de energía.

Colombia tiene la oportunidad para ser líder haciendo los cambios estructurales que la ponga en el camino hacia el desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima. No nos quedemos cortos. Así como lo afirma la Nueva Economía Climática: ¨el futuro crecimiento económico no tiene por qué copiar el modelo del pasado basado en el alto consumo de carbono y la distribución desigual.¨

 

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