La tierra se está calentando. El cambio climático, que parecía un problema futuro, está haciendo estragos hoy.
Tenemos que adaptarnos a un clima cambiante y tomar medidas contundentes para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que lleguemos a un desajuste climático de graves impactos sociales, económicos y ambientales.
El planeta no debe calentarse más de 2 °C en relación con la temperatura preindustrial. La ciencia ha demostrado que para no sobrepasar este límite, las emisiones deben llegar a su pico durante la próxima década y disminuir rápidamente. Es un gran desafío, pero es posible. Para ello es esencial la voluntad política.
A nivel internacional, Colombia ha sido reconocido como un país líder, que ha impulsado las negociaciones de cambio climático. Se ha destacado por su matriz eléctrica limpia que depende, casi en un 70%, de energías renovables, incluyendo la hidroeléctrica. Además está comprometida con la reducción de la tala de bosques, con la meta de llegar a cero de deforestación neta en la región amazónica en 2020.
Pero mientras que se destaca globalmente por sus compromisos con el cambio climático, a nivel nacional les está apostando a los combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón) como motores de desarrollo. Y más recientemente al fracking, una técnica en la que se inyecta a muy alta presión una mezcla de agua, arena y productos químicos en el subsuelo para liberar hidrocarburos y poder explotarlos.
El fracking tiene muchos riesgos ambientales que deben evaluarse cuidadosamente. Apostarle al fracking es seguir apostándole a una economía gris cuando el planeta necesita con urgencia que empecemos una transición hacia una economía verde baja en carbono. Hay otras opciones económicamente interesantes y más sostenibles. Latinoamérica se ha vuelto un centro de inversión en energías renovables. Tan sólo en 2013 se invirtieron 16.000 millones de dólares en la región, lo que equivale al 7% de la inversión global en este tipo de energías.
Colombia está en el momento ideal para apostarles a las fuentes renovables no convencionales, es decir, aquellas diferentes a la hidroeléctrica. Este año se expidió la ley de energías renovables, en la que están previstos incentivos económicos y la creación de un fondo para su desarrollo. Empresas como Isagén están explorando proyectos de energía eólica y geotérmica.
Las energías renovables son las energías del futuro y Colombia tiene un gran potencial para su desarrollo. Por el contrario, el fracking contribuye al cambio climático y tiene graves riesgos ambientales. ¿No es mejor apostarles a las renovables?
Hace poco Dejusticia, el Foro Nacional Ambiental y WWF le enviaron una carta al Gobierno pidiéndole una moratoria para el fracking. No es una prohibición. Busca suspender su desarrollo hasta que se cumplan ciertas condiciones que garanticen minimizar el riesgo. Nuestro deseo es que se abra un diálogo para evaluar si debemos aprobar esta técnica de explotación, prohibida en muchos países del mundo. Además pretende motivar al Gobierno a que demuestre su voluntad política para mantener una matriz energética limpia. Es lo más conveniente para un país como Colombia, que es vulnerable al cambio climático y que tiene el potencial para aprovechar energías renovables. Aún estamos a tiempo.
*Mary Lou Higgins
