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No se dice intolerancia, se dice “neurosis colectiva”

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Mateo Duarte del Castillo
22 de noviembre de 2025 - 07:01 p. m.
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La muerte de uno es una tragedia

Pero la muerte de millones es solo una estadística.

Marylin Manson, The fight song.

Cada día asesinan en Colombia a siete personas por riñas, este año van 2.065 y los alcaldes, policías, curas y noticieros siguen diciendo que son casos de intolerancia. Semejante “estadística” dejó de ser asunto de alguien que no tolera a otra persona, y entonces la destaja con machete, o con lo que tenga a la mano.

La palabreja ya no aguanta más el uso y el abuso. En mi caso, por ejemplo, yo tengo intolerancia a la lactosa y a la gente boba, pero no por eso voy a incendiar una nevera de lácteos en un supermercado, no voy a matar una vaca, ni voy a localizar gente que publica bobadas sin pensar en redes sociales para -ahí si-, lincharla. Evito esa clase de alimento y bloqueo ese tipo de gente porque no la tolero. Y ya.

Los asesinatos del estudiante de Los Andes y del conductor que atropelló un grupo de moteros, ambos por linchamiento, dejaron de ser estadística, se volvieron relevantes y tema de discusión pública; tercamente los siguen catalogando como casos de intolerancia.

Señores, esto ya es una neurosis colectiva multifactorial y todos sabemos las causas, empezando por la predicción de la OMS: “los efectos en salud mental pospandemia durarán alrededor de diez años; la nueva pandemia será —y ya es, de hecho— la de la salud mental”. Aquí caben tanto el conductor asesinado, que sufría de problemas mentales, como los linchadores. Sumémosle la polarización exacerbada, las cuentas en X dedicadas a mostrar asesinatos y linchamientos a manera de entretenimiento por la fuerza de la repetición, la otredad ya no existe; a lo que esté fuera de su manada (nichos le dicen ahora) y la trasgreda le aplican pena de muerte.

Pero no se piensa en las consecuencias de linchar a alguien, no importa que lo estén grabando desde 30 ángulos diferentes o solo lo haga una cámara de seguridad. A la manada sus cerebros les hacen un corto circuito que surge de un desequilibrio entre la amígdala hiperactiva (emoción desbordada), y el prefrontal hipoactivo (poco freno, poca evaluación de consecuencias). Se vuelven animales, y cuando vuelven a ser personas, sus rostros ya los tiene identificados la policía. Demasiado tarde.

Estas conductas vienen pasando hace un tiempo ya: Las barras bravas de equipos de fútbol asesinándose mutuamente por un “trapo”, batallas campales a la salida de casi todas las ediciones de Hip Hop al Parque (con el perdón de esa comunidad), peleas a cuchillo entre pandillas en Barranquilla que solo ocurren cuando llueve (¿?).

Y le siguen diciendo a todo esto, casos de intolerancia. ¿En serio?

La palabra le funciona a la sociedad como lavado lingüístico de la violencia: en vez de decir “asesinato”, “odio” o “crimen”, se usa un término casi pedagógico, que suena civilizado, como si la gente se matara por no saber comportarse, y no por odios, desigualdades o pulsiones violentas.

¿Soluciones? Complicado. Implementar la cultura ciudadana sería como darle una aspirina a un paciente con cáncer, esto es más profundo y grave; tal vez estamos viendo a los bisnietos del linchamiento más recordado en la historia de Colombia, cuando dejaron hecha una masa sanguinolenta a Roa Sierra, el asesino de Jorge Eliécer Gaitán, y tal vez toque buscar la causa desde esos años a ver dónde se perdió el camino y nos volvimos sociedad enferma.

Tampoco ayuda mucho usar y popularizar el verbo destripar en una campaña electoral, o machacar gente en redes sociales, conocido también como funar; esto último da para otra columna, porque ahí hay cosas para decir; no puede ser que con la excusa de la libertad de expresión, un grupo de hienas con celular lapiden gente a su gusto y posterior “satisfacción”.

Mateo Duarte del Castillo

Por Mateo Duarte del Castillo

Realizador audiovisual con especialización en TV periodística y documental; investigador senior en proyectos de investigación con la Universidad Nacional de Colombia, asistente de investigación en TV cultural (Ministerio de Cultura) y asistente de producción en TV cultural con el maestro Omar Rincón.
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DONALDO MENDOZA M.(67774)23 de noviembre de 2025 - 02:30 p. m.
<<ansiedad, tristeza, culpa, irritabilidad y miedo>> Todos esos trastornos se inherentes a la 'neurosis' (muchas cosas); en cambio, 'intolerancia' es desconocer/ignorar al otro, que da lugar a irrespetarlo y/o agredirlo.
Camilo Sandoval(53341)23 de noviembre de 2025 - 01:00 p. m.
Cada papito y mamita sabe qué hijos le da a la sociedad, aunque parece que la mayoría de progenitores no tiene la formación, el tiempo, el dinero ni el interés de criar bien. Queda el control social, que se ejerce con miedo, porque si el policía llega es para recoger al quejoso muerto. U otras medidas que la gente agotada e indignada empezará, tarde o temprano, a tomar…
ERWIN JIMENES(18151)23 de noviembre de 2025 - 12:52 p. m.
El estudio ,es lo unico que nos salva ..lo dijo el pdte Petro.."un joven que sepa ingles y sistema,no se va a las pandillas"..hay que cambiar la mentalidad ,,es lo que la extrema derecha asesina y corrupta ,no quiere ..cambiar la ,mentalidad.
Mar(60274)23 de noviembre de 2025 - 04:29 a. m.
Pero lo que ocurrió en caso del conductor q intencionalmente atropelló a los motociclistas y le tiró el carro a todo el q pudo, la rabia de la gente tiene todo que ver con la impunidad e inoperancia de la justicia en casos como este. Todos los días vemos como conductores borrachos y conductoras borrachas, causan muertes y lesiones graves y al final nada les pasa, lo mismo con los ladrones y otros delincuentes, entonces la gente sabe q las próximas víctimas pueden ser ellos y ellas.
  • DONALDO MENDOZA M.(67774)23 de noviembre de 2025 - 02:33 p. m.
    Así es, Mar. En cambio, para tumbar proyectos y reformas sociales, ahí sí está lista y pronta la justicia en Colombia.
Luz Jimenez(50513)23 de noviembre de 2025 - 02:01 a. m.
también hay una relación directa entre guerras/conflictos internos y la violencia entre individuos empezando por los hogares.
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