Los monstruos ya no son lo que solían ser.
Estoy leyendo Frankenstein de Mary Shelley para una asignación de la escuela y el monstruo es magnífico. Al principio tiene una mente elegante y dulzura de temperamento, lee Las penas del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe y recoge leña para una familia pobre. Pero su creador, Victor Frankenstein, lo abandona y le niega una pareja para calmar su soledad. La criatura no encuentra a nadie que no retroceda con miedo y disgusto ante su apariencia, hecha de muchas piezas dispares, su piel y ojos amarillos y labios negros. Amargado, busca vengarse de su creador y del mundo.
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