Los menonitas de Puerto Gaitán en el Meta son una comunidad de pequeños y medianos productores agrícolas que proceden de México. Descendientes del movimiento anabaptista, una corriente cristiana radical que surgió durante la Reforma en el siglo XVI (su nombre viene de Menno Simons, un exsacerdote católico de la región de Frisia, ubicada en Holanda y el norte de Alemania) que organizó a las comunidades pacifistas anabaptistas bajo principios de no violencia, ayuda mutua y separación Iglesia-Estado. Siete mil menonitas canadienses emigraron a México entre 1922 y 1927 invitados por el gobierno de Álvaro Obregón, estableciéndose principalmente en los estados de Chihuahua y Durango, donde sus actividades agrícolas y lecheras eran ampliamente reconocidas por la comunidad. Los primeros menonitas llegaron a Colombia en el 2016 y actualmente son 470 familias que se dedican a la producción de soya y maíz amarillo. Generando más de 250 empleos directos e indirectos, con mucho esfuerzo y sacrificio los menonitas han transformado miles de hectáreas abandonadas de tierras ácidas y estériles, con altos contenidos de hierro y aluminio, en una admirable fábrica de producción de proteína. Contribuyendo de manera ejemplar a la seguridad alimentaria del país, los menonitas sembraron en el primer semestre de 2025 49.000 hectáreas de soya, y para el segundo semestre estiman 45.000 hectáreas de maíz. En cifras comparativas, los menonitas producen el 25 % del maíz amarillo de se cultiva en Colombia y el 50 % de la soya, ambos productos que importábamos principalmente de EE. UU.
Elementos de la izquierda más recalcitrante del país, acompañados de un nutrido número de ONG con objetivos políticos, han denunciado que parte importante de las miles de hectáreas adquiridas por la comunidad menonita en la zona de Puerto Gaitán son “baldíos de la nación” (tierras sin dueño asignado) o tienen procesos de adjudicación que no respetan los criterios de la ley agraria colombiana. En consecuencia, la interpretación de muchos de estos izquierdistas y ONG es que se ha construido un fenómeno de concentración ilegal de tierras. Paralelamente, un reducido grupo de indígenas argumenta que su modo tradicional de uso de la tierra, principalmente dejar la tierra “descansar”, no es compatible con la explotación agrícola mecanizada. Haciendo caso omiso de que todas las tierras de esta comunidad fueron adquiridas ciñéndose a la ley, con argumentos tan estúpidos como el que extranjeros no deben tener tierras, la izquierda cerrera exige que esta comunidad sea desterrada. Igualmente, argumentan que los extranjeros (incluyendo menonitas, inversionistas, empresas o particulares de otros países) no deberían comprar o controlar extensiones de tierra en Colombia por razones sociales, económicas, ambientales, y principalmente de soberanía. La pregunta que uno se hace es: ¿los menonitas o los extranjeros se van a llevar la tierra por DHL? Si se requiere comida y proteína para los colombianos, antes que los produzcan extranjeros, ¡que se importe!
Apostilla. Sabia sentencia del ajedrecista Garry Kasparov: “Siempre vale la pena señalar cómo las personas que nunca vivieron bajo el socialismo lo adoran, mientras que todos los que vivieron en él lo odian”.