En España, particularmente en Madrid, la política más popular es Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid (con el 20 % del PIB de España, la exitosa comunidad atrae el 60 % de la inversión extranjera en la península). Alejada del dogmatismo y del fanatismo, Díaz Ayuso no busca adaptar el orden social a un proyecto político y rechaza la ofensiva total de ingeniería social para destruir la convivencia y mantenerse en el poder que la izquierda pretende imponer. En reciente charla en Chile, con el título “¿Les suena familiar?”, Isabel hace las siguientes observaciones: “Sufrimos la ‘estrategia de la carcoma’, que consiste en ir minando y erosionando todas las instituciones, todos los contrapoderes siempre con fines políticos, intentando siempre deteriorarlas para que un día, cuando te quieras dar cuenta, el mueble caiga, poco a poco, minando la separación de poderes, el Estado de derecho, la libre empresa, la libertad y la prosperidad, poniendo activistas afines políticos en todas las instituciones, para que un día, cuando la sociedad despierte, no tenga dónde acudir, no tenga un tribunal dónde ser amparado y no tener un medio de comunicación dónde defenderlo...” Para Díaz Ayuso, lo que la izquierda busca es “dividir a la sociedad, siempre enfrentada, poniendo trabas al libre mercado… además estamos viviendo la criminalización de la normalidad, la vida cotidiana, la de siempre y, sin embargo, se normaliza el crimen para que parezca todo lo mismo, que la escala de valores se rompa, que pactar con alguien que procede del terrorismo sea lo normal, que indultar a personas que han cometido graves delitos contra la unidad de España y el patrimonio sea lo corriente, en esto estamos ahora, en una ofensiva total de ingeniería social para transformarla para destruir la convivencia y solo para mantenerse en el poder”.
Díaz Ayuso habló de la España de Pedro Sánchez, cuyo pacto con un prófugo de la justicia le ha permitido mantenerse en el poder. Aplicable a Colombia en casi todas sus afirmaciones, especialmente en la colocación de los activistas en todas las esferas del poder y los pactos con los terroristas para minar la totalidad de las instituciones, el discurso de la Ayuso nos permite vislumbrar el tamaño de víbora que se nos viene pierna arriba. Es la intención de estrangular la Constitución imponiendo el dirigismo político por medio de un modelo colectivo y revocando el Estado de derecho, la razón por la que debemos salir hoy a marchar. No debemos marchar hoy para tumbar al presidente, sino, como afirma Thierry Ways citando a Ana María Abello, debemos marchar para que haya un 2026, año en que el país pueda decidir si “sigue por la senda radical del petrismo o si recupera lo desandado”. Para Aristóteles, un idiota es quien se queda en su casa y deja que gobiernen los bandidos. La filóloga y escritora Irene Vallejo afirma que “si disminuye entre los ciudadanos el interés por cuestionar, lo sustituyen intereses cuestionables”. Revocando el Estado de derecho y estrangulando la Constitución por medio de fraudes, la izquierda no suele abandonar el poder. No nos podemos engañar: si no despertamos, en 2026 el resultado de las elecciones, al igual que en Venezuela, será decidido con anterioridad.