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El próximo 28 de julio se llevará a cabo en Venezuela un simulacro de elecciones en las que ya hay un ganador. Ese día, ante el rabioso aplauso de la “Lavandería de São Paulo” (anteriormente conocida como el “Foro de São Paulo”), será proclamado por tercera vez Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Va a ser un simulacro, porque la principal candidata, cuya favorabilidad sobrepasa el 70 % de los electores, no participará oficialmente a pesar de que sí está constitucionalmente habilitada para ejercer el voto y para ser elegida, al no haber sido objeto de un juicio penal ni de condena en firme. Obviamente los chavistas, que no piensan correr el riesgo de perder el poder, simularán unas elecciones en las que solo se puedan inscribir candidatos de su conveniencia. Como bien lo señala la periodista del diario El País Florantonia Singer, “desde el año 2002 el chavismo ha inhabilitado para ejercer cargos públicos a más de 1.400 ciudadanos, según la ONG Acceso a la Justicia… Con un férreo control sobre todas las instituciones del país, el chavismo ha usado esta argucia legal para neutralizar a sus opositores”.
Y si bien la hoy “Lavandería de São Paulo” mantiene su objetivo de desestabilizar las democracias en el hemisferio, hoy su principal tarea, con la ayuda de “Bojote” y otros zurdos, es lavar y blanquear la imagen de dictadores como Maduro. Hasta hace unos meses la lavandería la encabezaba José Luis Rodríguez Zapatero, un mediocre que inexplicablemente llegó a la presidencia de la península ibérica. Hoy el “lavandero en jefe” es Lula, que ha dado inicio al blanqueo de las fraudulentas elecciones en Venezuela del 28 de julio enviándole el siguiente mensaje a María Corina: “Como ustedes saben, a mí me impidieron participar en las elecciones de 2018 en el país. Pero en lugar de estar llorando le indiqué a otro candidato que disputara los comicios”. Lula, desmemoriado o cínico, no menciona que él había puesto como candidato a su correveidile, su escudero de nombre Fernando Haddad, ya que él se encontraba condenado y encarcelado por delitos de corrupción. María Corina, ausente en las elecciones presidenciales del 28 de julio por la tramoya jurídica impulsada desde el chavismo, le contestó: “Usted está convalidando los atropellos de un autócrata que viola la Constitución y el Acuerdo de Barbados que usted dice apoyar. La única verdad es que Maduro tiene miedo de enfrentarme porque sabe que el pueblo venezolano está hoy en la calle conmigo”.
En su columna del 1° de febrero, el analista Alfredo Rangel había anticipado que por ningún motivo los chavistas permitirían la victoria de María Corina: “Maduro y su pandilla ladrona prefieren realizar elecciones amañadas y asumir el costo -leve- de las sanciones económicas de Estados Unidos, antes que pagar el costo -enorme y definitivo- de realizar elecciones libres y perder el poder. En dos palabras, Maduro le tiene más miedo a María Corina Machado que a Estados Unidos. Así de patético es hoy el debilitamiento del poder disuasorio de Estados Unidos”.
Apostilla: Lo más triste es que el que les permitió a los chavistas montar el timo electoral es un colombiano, Juan González Román, exasesor del Departamento de Estado.
