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El Código Penal ha quedado sin vigencia

Mauricio Botero Caicedo

17 de junio de 2023 - 09:00 p. m.

“Quien cede en las palabras cede en las ideas”, Estanislao Zuleta

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Hace 34 años mi padre, Kerensky, apuntaba en una de sus columnas: “Pero en Colombia, país único, hemos inventado un curioso sistema jurídico. Nuestras leyes castigan a quienes matan, secuestran, extorsionan o roban, salvo que estos delitos sean cometidos por bandas de asesinos que, al grito de ‘queremos paz’, manifiestan que son exclusivamente políticos sus actos atroces. Y cuando el delito se califica de político, el Código Penal queda sin vigencia, y debe entablarse un diálogo entre los delincuentes y el Gobierno. Y este diálogo no tiene sino un objetivo, que es el indulto o la amnistía; es decir, la impunidad. Esta suspensión de las leyes penales le ha traído funestas consecuencias al país”.

El artículo 12 de la Constitución prohíbe someter a alguien a tratos crueles, inhumanos y degradantes. Y a tales tratos se somete a la víctima de un secuestro y a sus allegados. El Comité Internacional de la Cruz Roja considera el secuestro como un crimen de guerra y, para el derecho internacional humanitario, es un delito de lesa humanidad. La excandidata presidencial Ingrid Betancourt, quien padeció durante cinco largos años el secuestro, lo define con precisión: “El secuestro es un asesinato. Y lo digo pensando las palabras, porque el asesinato es radical. Es decir, una vez que la persona se muere ya no hay nada más que hacer. El secuestro tiene eso. Es decir, la persona que es secuestrada muere. Y muere de una muerte lenta durante el período de ese secuestro… El secuestro no tiene fecha de vencimiento. Es decir, el secuestro no se acaba el día de la liberación. El secuestro es una realidad que se vuelve una realidad genética, si se quiere, del secuestrado y que va a cambiar totalmente su manera de ser, su manera de ver la realidad, de comunicarse con el otro”. Kerensky añadía que “el secuestro es el más abominable de los crímenes, pues tortura psicológicamente a la víctima con la amenaza de asesinato, día a día, gota a gota, y en cámara lenta…”.

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Se traen a colación estas reflexiones sobre el secuestro porque el país, atónito, oyó cómo ‘Pablo Beltrán’ afirmaba que el ELN se reservaba el derecho de secuestrar, “retener” según ellos. Aceptar que los terroristas del ELN definan el secuestro como “retención” es una claudicación de principios, como afirmaba Estanislao Zuleta. Quien pervierte el lenguaje intenta esconder la cruel realidad de sus crímenes. Adicionalmente, matizaba el terrorista Beltrán su intención de seguir cometiendo crímenes de guerra con la “generosísima” concesión de que si no eran necesarios, no se harían. Por lo visto sí son necesarios: a principios de semana, los elenos secuestraron a dos personas que se desplazaban en la vía que conduce de Saravena a Arauquita. Ante la mirada bovina del Gobierno, el ELN sigue delinquiendo y secuestrando…

Apostilla: el que la energúmena y aún más veterana Margarita Rosa de Francisco les eche la culpa de los fracasos del Gobierno a los periodistas, a quienes tilda de miserables, es tan peregrino como el que ella le eche la culpa de sus arrugas al espejo.

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