Tu poder radica en mi miedo. Yo ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder".
Séneca a Nerón
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No obstante ser coherente con sus escritos y su memento mori, no hay firme evidencia de que Séneca —al haber recibido la orden de Nerón de suicidarse— hubiera dicho literalmente la frase sobre el miedo. Y a pesar de ser el miedo una de las emociones humanas más primitivas, el poder de los autócratas se vuelve inútil frente a un hombre o una mujer que ya no teme. A lo largo de la historia, el miedo ha sido una de las herramientas más eficaces para someter a las sociedades, ya que cuando se tiene miedo y sin necesidad de violencia explícita, la población es más obediente; evita cuestionar el poder, y acepta a cambio de seguridad restricciones y abusos. Los autócratas y sus áulicos, burlando la separación de poderes, usan el miedo para justificar medidas arbitrarias como el “decretazo”, que convoca una consulta cuyo objetivo es afinar las estrategias para la próxima contienda electoral, esperpento jurídico redactado, mas no firmado, por un murciélago leguleyo.
En otro de sus libros, Sobre la tiranía (On Tyranny), Timothy Snyder argumenta que los autócratas emplean el miedo para justificar la represión, fomentando la desconfianza y debilitando la cohesión social. Al generar miedo, los autócratas crean un ambiente donde la población busca seguridad en el líder, fortaleciendo su posición. Snyder destaca que, si bien el miedo es una herramienta poderosa, también lo es la valentía de la ciudadanía para resistir y preservar la libertad.
Los grandes expertos en utilizar el miedo como herramienta son los narcoterroristas de las FARC y el ELN. En América Latina hay tres ejemplos de autócratas utilizando el miedo para subyugar a la población: los Castro, cuyo objetivo con el miedo es consolidar la unidad nacional en torno al Estado revolucionario; Daniel Ortega y Rosario Murillo, en el que el miedo es la herramienta para mantener el control absoluto del poder; y Maduro, cuyo objetivo con el miedo es justificar la represión y crear un clima de dependencia emocional y económica.
Los sindicatos pueden contribuir a disipar el miedo o a infundirlo. Lech Walesa, líder del movimiento sindical Solidaridad, no permitió que el miedo paralizara al pueblo polaco. A pesar de la violenta represión del gobierno comunista, Walesa y sus seguidores continuaron su lucha, y su valentía y la de millones de polacos inspiraron a otros movimientos democráticos en Europa del Este. En el anverso de la moneda, líderes sindicales como Fabio Arias, presidente de la CUT, con su rosario de paros y amenazas recurrentes y su agenda sindical que cada vez representa menos a trabajadores y más a intereses políticos, lucen más interesados en infundirle miedo a la ciudadanía que en construir soluciones. ¿Podría alguien explicarle a Arias que la mayoría de los colombianos, indistintamente seamos formales o informales, no solo necesitamos camellar, sino que nos agrada?
Apostilla. Solidaridad total con el valiente senador Miguel Uribe Turbay y con toda su familia. Miguel, con el apoyo de los colombianos, ¡va a salir adelante!
