En España, nada está claro para el 28 de abril

Mauricio Botero Caicedo
17 de marzo de 2019 - 05:00 a. m.

El gobierno socialista de Pedro Sánchez y su vicepresidenta, Carmen Calvo, aprobó el año pasado un decreto que autoriza el desenterramiento de Francisco Franco del mausoleo del Valle de los Caídos. Sin embargo, la sacada de los restos del general que gobernó España durante casi cuatro décadas se está convirtiendo para Sánchez en un auténtico dolor de cabeza porque el prior de la orden de los Benedictinos de la abadía donde reposan los restos de Franco rechaza conceder el permiso para proceder a la exhumación.

Según informa la prensa, “el tema, 43 años después de la muerte de Franco, es objeto de un intenso debate en España, entre los que consideran una anomalía democrática que los restos del general descansen en un mausoleo —mientras todavía no se sabe dónde están los restos de miles de represaliados— y los que consideran que la exhumación solo ‘reabre viejas heridas’, como opinan algunos dirigentes del Partido Popular. En este punto, surgen varias preguntas: ¿quién tiene la competencia sobre el Valle de los Caídos? ¿Puede el prior de la abadía impedir la entrada para llevar a cabo la exhumación? ¿Hasta dónde puede llegar el gobierno?”.

Desenterrar a Franco ha causado serias polémicas. El conocido periodista Alfonso Ussía afirma: “No es cosa mía, sino de un mariscal de Napoleón: vengarse de un muerto es una cobardía. Desenterrar a un muerto que pertenece a la Historia es histerismo e impotencia. Y de hacerlo, el desenterrador, si es valiente, tiene que estar presente en el acto siempre que pueda sostener la mirada vacía de la calavera”.

En un artículo titulado “La sombra del traidor”, Ussía caracteriza a Sánchez y su vicepresidenta: “Es decir, en el caso que nos ocupa, se juntan dos personajes de chiste: un traidor y una zoquete. Una zoquete que es un desastre, un barullo, una enfadada con carácter permanente, una inteligencia de berberecho con acento de Cabra. El malo, a pesar de su maldad, puede llegar a ser inteligente y, de no serlo, se rodea de personajes tan malos como él, pero al menos inteligentes… Siendo los dos malos, son tan zoquetes el uno como el otro. Con un nivel de inteligencia ínfimo, unas luces que brillan por su ausencia y de los que solo podemos destacar, además de su maldad, el descaro con el que actúan tratándonos a todos como si fuéramos tontos”.

Según varios analistas, el Partido Socialista, PSOE, en alianza con los comunistas y el partido de extrema izquierda Podemos, se movería entre 167 y 177 escaños. Esta suma podría volver a abrirle a Pedro Sánchez las puertas de La Moncloa. La otra fórmula, de centro liberal y derecha, aglutinaría las fuerzas de PP, Ciudadanos y Vox. Este bloque oscilaría entre 169 y 179 escaños y llevaría al poder a Pablo Casado, el presidente del Partido Popular.

Para el prestigioso diario ABC, la fragmentación del centro-derecha permitirá a Sánchez volver a gobernar: “El mapa resultaría demoledor para España, ya que Pedro Sánchez se beneficiaría de la metástasis que aqueja a Podemos, y dada la clara insuficiencia del centro-derecha para sumar mayoría absoluta en una investidura, el PSOE tendría vía libre para recibir los apoyos de separatistas, nacionalistas y filoterroristas para repetir como presidente del Gobierno”.

Todo parece indicar que hay dos importantes manifestaciones para tener en cuenta en las elecciones de abril: parte del electorado no le perdona al Partido Popular su aparente tolerancia con la corrupción, y la escisión de Podemos puede ser el principio del fin de esta organización.

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