Hace varias décadas, el asesor de Bill Clinton, James Carville, colocó en la puerta de la campaña una frase célebre que enfatizaba la necesidad de concentrase en lo importante: “Es la economía, estúpido”. En Colombia, la Inversión Extranjera Directa (IED) es el mejor termómetro para medir la confianza o la falta de confianza en la economía. Los recursos de la IED han tradicionalmente incentivado el crecimiento económico a través de la generación de empleos, el cobro de impuestos y el aumento del gasto privado. Un reciente estudio de Fedesarrollo señala: “La inversión extranjera directa es un complemento de la inversión doméstica para la formación bruta de capital y la expansión de la capacidad productiva de una economía. Además de ese rol complementario, los capitales de inversión extranjeros suelen promover el aumento de la tecnología, estar más insertados en las cadenas globales de valor y fomentar mayores mejoras en la productividad, entre otros”. Colombia está atravesando una situación compleja desde el punto de vista macroeconómico, dado que la balanza comercial tiene un desequilibrio cercano a los US$10 mil millones; el déficit de la cuenta corriente está por encima del 5,4 % del PIB, y el déficit fiscal estimado por el Ministerio de Hacienda estaría alrededor de 8,2 % del PIB. Colombia no se puede dar el lujo que siga cayendo la IED.
Se trae a colación la importancia de la “confianza” en razón de la OPA del pasado 10 de noviembre, en la que el Grupo Nugil, de la familia Gilinski, junto con el Fondo de Inversiones de los Emiratos Árabes, lanzó una oferta pública de compra de acciones (OPA) sobre Nutresa, y la semana pasada, sobre Sura. Para el autor de esta nota, si bien la economía (como reconocía Carville) es lo importante, sin confianza, la economía siempre será vulnerable. La OPA del Grupo Gilinsky y el Fondo de Emiratos Árabes es una inequívoca señal de confianza que estos inversionistas están depositando en el país. Germán Vargas Lleras, en su columna del domingo pasado en El Tiempo, lo resume con meridiana claridad: “Al margen de lo dicho, esta operación representa una bocanada de confianza en el país y en la región, en momentos de gran incertidumbre política y económica; representa también una dinamización del mercado de valores y la llegada al país de más de $14 billones en inversión fresca. Y, lo más importante, la oportunidad para que miles de pequeños accionistas puedan obtener, finalmente, una rentabilidad adecuada a sus inversiones. Solo una leguleyada de los organismos de regulación podría interponerse a la operación. Esperemos que no”.
En los medios se afirma que las OPA son “hostiles”. El que una OPA no esté concertada con algunos de los otros accionistas no puede dársele carácter de “hostil”. Por otra parte, los “enroques” se justifican cuando hay dineros non sanctos detrás de las OPA. Definitivamente este no es el caso.
En materia de confianza, el país tiene que estar enormemente agradecido con otro grupo de colombianos que han depositado en Colombia su esperanza y sus recursos: los centenares de miles de compatriotas que de manera creciente y sistemática envían sus remesas al país. El año 2021 va encaminado a marcar un nuevo récord sobre los US$6.948 millones que los emigrantes colombianos enviaron en 2020. Contrario a lo que algunos opinan, lejos de ser un rubro “precario” de ingresos, durante 20 años las remesas vienen aumentando.