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Ignorancia, pobreza y fanatismo

Mauricio Botero Caicedo

19 de diciembre de 2020 - 10:00 p. m.

Buena parte de la culpa de los desastrosos resultados obtenidos por los estudiantes colombianos después de 15 años en el programa PISA recae sobre la Federación de Educadores (Fecode), que no es un sindicato ni mucho menos una federación de sindicatos, sino un movimiento político con incuestionable ascendencia marxista. Maoístas, chavistas y petristas forman parte del Comité Ejecutivo del sindicato de un gremio particularmente ineficiente y derrochador. Sus llamados a paros nacionales hoy convocan a cuatro gatos y sus costosos e ilegibles avisos de página entera solo los aplauden los gerentes comerciales de los medios. Una columna del portal Las2Orillas recientemente hacía una dura radiografía de la educación pública en Colombia: “Es un nido de corrupción, de politiquería sucia y mezquina. Los billonarios recursos se pierden mientras las aulas se caen a pedazos, los ‘profesores’ adoctrinan a sus ingenuos discípulos, los encapuchados imponen su ley terrorista y las drogas hacen de las suyas en los campus”.

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Andrés Espinosa, en reciente columna en Portafolio, pone el dedo en la llaga: “La estimación (del programa PISA) se centró en el dominio de la lectura, las matemáticas y las ciencias… En lectura, aptitud esencial para que los jóvenes sean parte integral de la sociedad digital de nuestro tiempo, la mitad de los estudiantes colombianos no están en condiciones de establecer distinciones claras entre hechos y opiniones. No sorprende, entonces, que esta masa de connacionales sean presa fácil de las redes sociales y de la manipulación populista por parte de la izquierda radical… En el plano político, la agremiación está estrechamente ligada con los movimientos de la izquierda más radical del país. Este radicalismo político se ve reflejado en los comunicados oficiales de la organización, donde defienden el ‘desafío’ de instalar el socialismo en el país”.

Para prosperar, el populismo necesita tres ingredientes: ignorancia, pobreza y fanatismo. Un pueblo ignorante, como el que Fecode ha ayudado a formar, es fácil presa del populista que menosprecia las instituciones y presume de interpretar la voluntad auténtica del pueblo sin mediaciones de ningún tipo. Una vez los populistas toman las riendas del poder e imponen sus políticas torpes, demagógicas e insensatas, la pobreza no tarda en llegar. Aparte de perpetuarse en el poder, convertir en borregos fanáticos a los incultos hace parte del objetivo del populismo. Para los populistas, el pueblo es plastilina, es una arcilla para moldear. Para seducir mejor al pueblo, el populista lo adula y le promete soluciones simples a problemas complicados, como remplazar los hidrocarburos por aguacates. El populista, lejos de crear riqueza, la destruye. ¡Remember Argentina y Venezuela!

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¿Será que, de fracaso en fracaso, un sindicato anodino como Fecode al final del día triunfa? La mediocridad educativa, gracias a Fecode, es un hecho; Petro, Bolívar y Cepeda no han dejado de alimentar el fanatismo un segundo y, en caso de llegar al poder los populistas, la pobreza es el resultado inexorable.

Apostilla. La tal baronesa británica Christine Blower, expresidenta del Fecode británico, se ha dedicado desde el Parlamento a agredir al gobierno de Duque y entrometerse en nuestra política doméstica. No veo en estas latitudes a nadie que le pueda interesar lo que haga (o no haga) Ms. Blower, con la posible excepción de Bill Clinton.

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