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Durante años esta columna se ha afirmado que el declive del petróleo se acerca. Pero no, como muchos creen, por arengas en la ONU, ni por la presión de una serie de ONG (muchas que en materia energética no saben dónde están paradas), sino por el desplazamiento que hará una nueva fuente de energía limpia y renovable, más barata que la que proporcionan los combustibles fósiles.
Para entender por qué el petróleo perderá importancia es preciso repasar los usos de este hidrocarburo. Cada barril contiene 42 galones, de los que salen 19 galones de gasolina y 10 galones de diésel, cifras que pueden variar levemente. Es evidente que un cambio radical en el futuro combustible del transporte —electricidad, con una ventana pequeña para el hidrógeno en los aviones y barcos— tendrá un irreversible impacto en la demanda por petróleo. Basados en varios estudios, entre ellos Bloomberg y la Agencia Internacional de Energía, el Bank of America (B of A), estiman que el pico global de demanda de combustibles fósiles llegará entre 2028 y 2030. Según el B of A, la adopción global del auto eléctrico alcanzó el 14 % en 2022, que es lo que lleva a proyectar su declive a fin de la década. Según Bloomberg, mientras que en el 2017 se vendieron 87 millones de vehículos de combustión interna, hoy solo se venden 69 millones. La venta de vehículos eléctricos, en ese mismo período, aumentó en nueve millones de carros. Para 2030, la demanda mundial de petróleo se debe reducir en por lo menos siete millones de barriles/día. En el 2010, el precio de la batería de un carro eléctrico era el 57 % del precio total del vehículo, mientras que en la actualidad es del 25-30 %. En opinión de este columnista, el punto de inflexión para la adopción de los vehículos eléctricos es cuando el costo de la batería no supere el 15 % del valor total del vehículo; y este hito, que muy seguramente se dará con baterías de sodio y no de litio, se materializará en los próximos cinco años. Infortunadamente no se ve muy cercano el reemplazo del petróleo para plásticos. El gas natural, otro tema complejo, será tratado en una próxima columna.
Apostilla: al inicio de su intervención en la ONU, Petro afirmó: “Los indígenas, su cosmovisión y su deseo permanente de equilibrio con la naturaleza son supremamente certeros y prácticos para el día de hoy. Descubrieron antes lo que la ciencia occidental descubrió siglos después”. En un estudio de la Universidad de Pensilvania, donde se analizaron 146 áreas de todo el mundo, se llegó a la conclusión de que muchas de las formas en que las personas en la antigüedad usaban la tierra no eran tan “inocuas” como muchos han imaginado. NatGeo España cita al antropólogo Gary Feinman, del Museo Field de Historia Natural de Chicago, quien afirma que los patrones de cambio climático comenzaron hace 3.000 años, lo que demuestra que los problemas que hoy se enfrentan están muy arraigados en la naturaleza humana. Los nómadas quemaban sabanas enteras, sin importarles las consecuencias. Los indígenas sedentarios, por contra, sí tenían intereses creados en conservar el medio ambiente. Lo de la sabiduría de todos los pueblos indígenas con relación al cambio climático tiene mucho más de mito urbano que de cualquier otra cosa.
