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Por su incansable labor para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia, en uno de sus mayores aciertos en su historia, el Comité Nobel noruego le otorgó a María Corina Machado el “Premio Nobel de la Paz”. En su discurso de aceptación en Oslo, leído en forma magistral por su hija Ana Corina, María Corina afirmó: “Incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida. Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad. La economía colapsó más de un 80 %, la pobreza superó el 86 %, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir”.
En relación con el chabacano y vulgar robo de las elecciones por parte de Maduro, María Corina afirma: “La dictadura respondió aplicando el terror. Dos mil quinientas personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas. Marcaron sus casas, tomaron a familias enteras como rehenes. Sacerdotes, maestros, enfermeras, estudiantes: todos perseguidos por compartir un acta electoral. Crímenes de lesa humanidad, documentados por las Naciones Unidas; terrorismo de Estado, usado para enterrar la voluntad del pueblo”. Ante acusaciones de que ella propicia la invasión a Venezuela, ripostó: “Venezuela ya se encuentra “invadida” por actores externos que operan con la complicidad del Gobierno como agentes rusos, iraníes, grupos terroristas y cárteles de drogas”.
Otra mujer extraordinaria es Giorgia Meloni, quien con María Corina representan la coherencia en una época de laxitud moral. En una Europa que se mueve entre la ambigüedad como norma y la indecisión como regla, Giorgia Meloni se ha convertido en un referente de liderazgo firme, en muy buena parte por su coherencia personal y política. La Meloni no navega entre la corrección política ni la vacilación estratégica, sino que proyecta contra viento y marea una imagen de seriedad institucional, y no solo expresa sus ideas de manera clara y consistente, sino que las defiende con admirable y robusta convicción. Ella se atreve sin tapujos a hablar de identidad, de seguridad, de soberanía, de responsabilidad cívica, sin estar pendiente del aplauso. En relación con la inmigración, Meloni de manera reiterativa ha establecido que la ciudadanía italiana se gana: “Un Estado serio no puede regalar su ciudadanía como si fuera una cortesía diplomática… quienes aspiren a convertirse en italianos demuestren compromiso real con la cultura, las leyes y los principios que sostiene la República”.
¡Qué suerte tienen los venezolanos y los italianos al tener dos mujeres valientes, dignas, que frente a la adversidad defienden sin titubear los principios que otros cedieron por pusilanimidad!
Apostilla. Un cafre, viceministro de la Igualdad, utilizó insultos contra Andrea Petro y su madre, refiriéndose a ellas con expresiones denigrantes como “hp’s” y “perras”. Andrea, con aplomo y dignidad, no se rebajó a responder con insultos los agravios de este zafio.
