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“Las decisiones despóticas del Estado moderno las toma finalmente un burócrata anónimo, subalterno, pusilánime y probablemente cornudo”, Nicolás Gómez Dávila.
Para Rodolfo, dado que la corrupción es el principal problema de Colombia, es necesario contraer el despilfarro en burocracia. Petro, por el contrario, quiere cambiar el modelo económico, regresando al proteccionismo, a los subsidios y a la minuciosa intervención del Estado en la producción.
Es oportuno traer a colación las observaciones del académico español Emilio Lamo de Espinosa en su reciente libro Entre águilas y dragones (Espasa, 2021): “La corrupción en contextos democráticos está bien estudiada, y todos los análisis coinciden en que es el resultado de cuatro variables. La primera es el control político de la economía; es decir, el grado de control por parte de los políticos de decisiones discrecionales con efectos económicos importantes. La segunda es la multiplicación de esos centros o unidades administrativas de control político de la actividad económica, pues cuantos más haya más probabilidad hay de que alguno se corrompa. La tercera es el riesgo real de ser descubierto, y la cuarta, la gravedad de la sanción, dos variables que juegan juntas. Las dos primeras son los incentivos a la corrupción: mucha gente que puede tomar decisiones en las que se juegan intereses económicos importantes. Las dos segundas son los desincentivos: el castigo y su probabilidad. Pues bien, en casi todo ello somos líderes. Una multitud de empresas, fundaciones u organismos cuasi públicos, muy dependientes de licencias, autorizaciones, subvenciones o permisos discrecionales concedidos por ministerios, consejerías, ayuntamientos y un largo etcétera”.
La plataforma política del ingeniero va dirigida a limitar la burocracia y el gasto, eliminando las principales fuentes de corrupción. El programa de Petro, que implica multiplicación del papel que el Estado juega en la sociedad, necesariamente conlleva a más gasto y más burocracia, cuya misión será otorgar licencias, autorizaciones, subvenciones o permisos discrecionales. El programa del ingeniero ataca el corazón de la corrupción. El de Petro no solo alimenta y multiplica la burocracia, sino que su “perdón social” incentiva la corrupción.
Apostilla: dos exrectores de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria y Rudolf Hommes, contrariando sus trayectorias como defensores de un sistema democrático de libre empresa en un contexto de economía abierta, de manera inexplicable se han unido a la campaña de Petro. Muy seguramente no tuvieron en cuenta el reciente estudio de la Universidad de los Andes que establece, como bien lo señala Jaime Castro, que de las 120 propuestas de Petro, como su programa de gobierno, 89 son irrealizables, 21 son imprecisas y 10 contienen datos falsos. El exministro Gaviria, después de ver los videos de Petro pactando en La Picota con los corruptos, confirma que se siente a gusto acompañando a tanto roedor.
