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Ni idea de Cuba ni de Holanda

Mauricio Botero Caicedo

24 de julio de 2021 - 11:11 p. m.

“Engañar a un tercero es deshonesto. Engañarse a sí mismo es estulticia”.

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Cuba, durante 62 años, ha sido totalitaria en lo político, social y económico. A los Castro y sus burócratas no se les ha ocurrido nada diferente a imponerle al pueblo políticas económicas anacrónicas y necrófilas. En las últimas semanas el mundo ha visto el despertar del descontento en Cuba, país que es la placa de Petri de ideologías muertas en el mundo. De acuerdo con la definición del analista Moisés Naím: “La necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas. Resulta que esta patología es más común en su vertiente política que en la sexual”.

La principal mentira con que Cuba se alimenta a sí misma y a la izquierda global es que sus penurias son causa del “bloqueo” de EE. UU. Lo primero que se debe aclarar es que las medidas del Gobierno estadounidense no son un bloqueo, sino un “embargo” parcial de transacciones comerciales y financieras. Hoy en día Cuba adelanta relaciones comerciales con más de 70 países y la totalidad de sus aeropuertos y puertos marítimos están abiertos al comercio internacional de bienes y personas. Los problemas económicos de Cuba no son, por tanto, la consecuencia de un “bloqueo”, sino el resultado predecible de un sistema diseñado para negar los principales principios económicos. El régimen cubano se ha impuesto un autobloqueo de ideas, modelos y sistemas. El eurodiputado Hermann Tertsch asevera que el “bloqueo” de Cuba es una farsa, y prueba de ello es que ahora “el régimen ha autorizado a viajeros —solo hasta el 31 de diciembre— la importación de alimentos, productos de aseo y medicamentos sin límites ni pagos de aranceles”. Para Tertsch, “lo que hay en Cuba es una sociedad metida y torturada en una jaula”. No es casualidad, entonces, que hace unos años un panel de economistas con distintas posiciones ideológicas coincidan en que el fracaso de Cuba es más responsabilidad de la ineptitud de su gobierno y sus políticas socialistas que de la política estadounidense.

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Quien atribuye a la crisis —en este caso el supuesto “bloqueo” de EE. UU.— sus fracasos y penurias, como lo ha hecho durante seis décadas el Gobierno cubano, se engaña a sí mismo, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones. Las políticas económicas equivocadas durante años, cuyos desequilibrios eran paliados por la inversión de países afines (primero la URSS, luego Venezuela), acaban saliendo a la luz cuando esas entradas de capitales se agotan. Sin embargo, la izquierda sigue propagando las mismas estupideces que mantiene el Gobierno cubano. Los zombis que quedaron de esa idiotez llamada Unasur no se cansan de afirmar que la revolución de Cuba es la revolución de la igualdad: cero analfabetismo, cero desempleo, atención integral de salud, vivienda para todos, educación gratuita, comida para todos... Más que analfabetos, en Cuba hay es iletrados: los desempleados deambulan por los malecones, la crisis de la salud es patente, no hay vivienda digna y la educación, si bien es gratuita, es mediocre y anodina. Lula da Silva, el alelado expresidente de Brasil, afirmó en días pasados que “si Cuba no tuviera un bloqueo, podría ser Holanda”. Es evidente que Lula no tiene ni idea de Cuba ni de Holanda. Pero el premio mayor a las sandeces se las lleva el burro de Diosdado Cabello, quien afirma el disparate de que la protesta en Cuba no era tal, sino las celebraciones manipuladas de la Copa América y la Eurocopa.

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