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En el mar de naufragios electorales, el mayor lo sufrió el exalcalde de Medellín Daniel Quintero, siniestro personaje apodado ‘Pinturita’. Con su acostumbrada arrogancia, Quintero pretendió poner, a dedo, de sucesor en la Alcaldía a Juan Carlos Upegui, el primo de su mujer, conocido en Medellín como ‘Tribilín’. No obstante, el presunto uso de recursos públicos y el apoyo que los empleados municipales le prestaron a Tribilín, la muenda que Federico Gutiérrez le propinó a este lóbrego personaje fue apoteósica: por cada persona que votaba por Upegui, más de siete votaban por Gutiérrez. Pero es honesto reconocer que el desafío que enfrentaba Quintero era enorme: montar una candidatura con tan poca cosa como Tribilín era casi imposible: del barro no se tallan las estatuas de piedra.
A otro que le ha tocado saborear el vinagre de la derrota es al “hada madrina” de la primera línea, Gustavo Bolívar. Como bien lo relata en un reciente artículo Diego Martínez, Bolívar, el ungido del presidente Petro, “no solo no ganó sino que quedó en tercer lugar, detrás del sorprendente Oviedo. El camino que le queda es regresar a las letras. Lo cual es muy bueno para el país. Es preferible un mal escritor que un mal político: al escritor lo leen los que quieren, en cambio al político nos toca soportarlo a todos”. Creo que Martínez tiene toda la razón: Bolívar, un mediocre que tilda a los colombianos de “masoquistas y cómplices”, debe seguir escribiendo sus escabrosos culebrones, que tanto éxito económico le han brindado. ¡Sobre sus pingües utilidades, ojalá a Bolívar no se le vuelva a olvidar pagar impuestos!
En Cali, ‘el Chontico’, Roberto Ortiz, desperdició una enorme ventaja que les llevaba a sus contrincantes y cometió un error catastrófico: cuando era concejal, el Chontico había demostrado independencia frente a la desastrosa alcaldía de Jorge Iván Ospina, un izquierdista afecto a Petro y el Pacto Histórico. Hace unos meses, sin embargo, el Chontico tomó la decisión de aliarse precisamente con los mismos concejales que le hacían los trabajos sucios a Ospina. El resultado de tan torpe decisión fue una pérdida total de credibilidad y el rompimiento casi total con el electorado independiente, el de opinión.
Dos comentarios finales: la votación masiva por Galán se dio no en antros de oligarcas, como insinúan los voceros del Pacto Histórico, sino en localidades como Kennedy y Suba. Es un alivio que Matarife, mediocre guionista, no hubiera llegado al Concejo de Bogotá.
Apostilla 1: El Tribunal de Justicia de Venezuela, controlado por Maduro, ha dictado una sentencia para anular el proceso ganado por María Corina Machado. Mientras tanto, el Gobierno de EE. UU. anuncia que aliviará las sanciones contra Venezuela. Es incongruente que mientras el chavismo insiste en aplastar la oposición, el país que debiera velar por la supervivencia de la democracia en el continente esté dándole oxígeno a este remedo de dictador que es Nicolás Maduro.
Apostilla 2: Es increíble que se mantenga al negociador que tuvo el desacierto, por no llamar osadía, de poner al Estado en el mismo nivel que las disidencias de las FARC, una organización narcoterrorista. ¡Qué oso el de González Posso!
