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El 11 de enero pasado Trump puso a Cuba en la lista de Estados “patrocinadores de terrorismo”, acusando a ese país de “brindar apoyo repetidamente a actos de terrorismo internacional” y de albergar prófugos estadounidenses y dirigentes de grupos rebeldes colombianos. Según la BBC, “EE. UU. señaló también que Cuba es el santuario de fugitivos como Joanne Chesimard, también conocida como Assata Shakur, una militante de Black Power que huyó a la isla tras escapar de la prisión en que cumplía condena por la muerte de un policía en 1973”. Pero no creo que Cuba dure mucho tiempo en la lista, a la que ingresaron en 1982 y de donde Obama los sacó en mayo del 2015. Muchos de los asesores de Biden son los mismos de Obama y nada les gustaría a ellos más que poder viajar a La Habana a abrazar al octogenario Raúl Castro (o lo que quede de él).
EE. UU. también se refirió a la alianza de Cuba con Venezuela. Según Mike Pompeo, el anterior secretario de Estado, el apoyo de la isla permite al presidente Nicolás Maduro mantenerse en el poder y crear “un entorno permisivo para que terroristas internacionales vivan en Venezuela”. EE. UU. se equivocó al no poner a Venezuela en la lista de “patrocinadores del terrorismo”. La revista Semana, en su edición del 8 de febrero pasado, afirma que tras abandonar el acuerdo de La Habana firmado entre las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos, los guerrilleros se esconden en el vecino país, desde donde operan rutas del narcotráfico y planean acciones terroristas contra Colombia: “Bogotá y Medellín forman parte de los blancos asignados al Paisa. Los disidentes de las Farc circulan libremente en Venezuela y se camuflan entre los civiles en zonas rurales e incluso áreas urbanas… Iván Márquez vive en un condominio protegido por el régimen de Nicolás Maduro… (y se) conoce con exactitud la ubicación de campamentos en el vecino país donde se esconden Márquez, Jesús Santrich, el Paisa y Romaña, quienes lideran una de las disidencias de las extintas Farc, autodenominada Segunda Marquetalia”.
Que Venezuela alberga a narcoterroristas se sabía desde el 2008. La aberrante designación de Chávez como el “nuevo mejor amigo” les permitió a las Farc y al Eln entender que podían operar en Venezuela sin riesgo alguno. El enorme peligro que hoy corre Colombia es que en el Ecuador asuma el poder Andrés Arauz, un presunto títere del Rafael Correa miserable que en su día les dio albergue y protección a los narcoterroristas (remember Raúl Reyes). Colombia puede llegar a enfrentar una peligrosísima tenaza, en la que los narcoterroristas apoyados por gobiernos ideológicamente afines a sus objetivos se pertrechen tanto al sur como al oriente. Si yo fuera EE. UU. y pretendiera evitar que el país se siguiera inundando de coca, pondría de inmediato a Venezuela en la lista de “patrocinadores del terrorismo” y les advertiría a los ecuatorianos que en caso de que Arauz restablezca las políticas de Correa, haría lo mismo con el Ecuador.
Apostilla. No suelo estar de acuerdo con las opiniones de The New York Times ni de Rodrigo Uprimny, pero me uno a las felicitaciones que le hacen los dos al presidente Iván Duque respecto a la decisión de regularizar a los migrantes venezolanos. Es la forma de devolver el favor al mundo por la generosidad con que, a lo largo de los años, han acogido a centenares de miles de compatriotas.
