“Si el príncipe es recto, su pueblo también lo será. Pero si busca el beneficio personal, sus ministros harán lo mismo” (Confucio - Analectas, Libro XII, 17. s. V a. C.).
Acusado de flagrantes actos de corrupción, hace tres semanas renunció la mano derecha del presidente Pedro Sánchez, Santos Cerdán; y atribuyéndoles “delitos de cohecho, malversación, tráfico de influencias y pertenencia a organización criminal”, otros dos cómplices de Sánchez (José Luis Ábalos, exministro de Transportes del PSOE, y su exasesor Koldo García) están siendo investigados por la Fiscalía por adjudicaciones irregulares de contratos públicos. Este cuarteto, conocido como los “cuatro del Peugeot”, buscando votos recorrieron media España en el 2017. El columnista del diario El Debate, Alfonso Ussía, con ironía comenta sobre Sánchez: “Pedro lamentó de veras no haberse enterado de nada, a pesar de la íntima cercanía que le unía a sus amigos. Pedro no está loco, ni es un psicópata, ni chulo de bolera, ni gallina de Paiporta, ni culo de Falcon, ni mentiroso compulsivo. Es un hombre bueno y sabe enfrentarse a las mayores injusticias (…). Y lo que han hecho con él sus más cercanos compañeros de partido es un abuso. Roban a manos llenas y Pedro no se entera, ni es informado. Su imagen representa la de un gigante transparente y bondadoso que emerge desde una masa de repugnantes seres corruptos, que son los que más le votan (…). Es un chico excelente, un hijo ejemplar, un esposo modélico, y si me lo permiten, un auténtico sinvergüenza”. Para Sánchez, el caso los tres amiguetes y socios no es su único dolor de cabeza: su hermano David será juzgado por presunto tráfico de influencias; y su esposa, Begoña Gómez, es investigada por presunta corrupción y tráfico de influencias. El fiscal general, igualmente de bolsillo, está al borde de sentarse en el banquillo por filtrar documentos judiciales contra la oposición.
El diario Financial Times afirma que el presidente Sánchez “está involucrado en un supuesto escándalo de sobornos (…) y vive su peor crisis hasta la fecha”, al tiempo que se pregunta si Sánchez “¿va a poder huir de los escándalos que pretenden atraparlo?”. El presidente sostiene que no sabía nada, que es una víctima, y que estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán. Al escudarse en un relato de victimización política y señalando una supuesta guerra judicial y mediática impulsada por la derecha y ciertos jueces contra su gobierno progresista y ético frente a una derecha corrupta, reaccionaria y manipuladora, Sánchez adapta el libreto diseñado por el Foro de Sao Paulo, y utilizado en su día por pícaros como Rafael Correa y Cristina Kirchner. Algunos malpensados pensarán que aquí atravesamos algo similar, ¡pero toda coincidencia es meramente circunstancial!
Apostilla: Los bandidos a los que abrazaban en la tarima en Medellín acababan de salir de la cárcel, mientras en las pasadas manifestaciones del gobierno, los abrazados estaban era al borde de ser encarcelados.
Nota: Por razones de agenda, esta columna dejará de aparecer las próximas cuatro semanas.