En Colombia, las autoridades han establecido que 7.000 personas requieren protección. Estas necesidades forzaron la creación de un monstruo, la Unidad Nacional de Protección (UNP), entidad en la que hoy hay serios indicios de que opera una de las peores mafias del país. La UNP destina 7.900 escoltas para los protegidos: 1.900 de la planta interna y otros 6.000 tercerizados. Se asume que la entidad identifica los riesgos y asigna carros, armas y protección, incluyendo a extranjeros, como es el caso de la bailarina alemana de salsa que viene a Colombia a alebrestar a la “primera línea”. Su control es casi imposible, como señaló el columnista de El Espectador Alfredo Molano. “Una multiplicidad de sindicatos controlados por las empresas que rentan los carros y tercerizan la operación es el mecanismo de protección que no permite intervenir y desmontar el cartel”.
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Los escándalos que rondan la UNP son pan de cada día. En la mayoría de los casos los vehículos están parqueados en las residencias de los “protegidos”, llevando al mercado a la empleada o sacando a los perros a pasear, y muchas veces, cuando no están transportando munición y pertrechos, están transportando droga. La UNP nos cuesta a los contribuyentes $2.500 millones al día, $912.500 millones al año. Según Semana, un colegio cuesta en promedio $10.000 millones. Un jardín infantil vale $2.000 millones con el lote y las obras de adecuación (canchas, aulas, coliseos, comedores, zonas recreativas, etc.) están entre $100 millones y $500 millones. Con los recursos que se le asignan a la UNP se podrían construir todos los años más de 92 colegios, o 456 jardines infantiles, o adecuar 3.650.
Si el Gobierno quisiera acabar con los carteles de la UNP y reducir dramáticamente el costo de protección, debería es instalar un servicio parecido al de Uber, creando una nueva UNP con un número limitado de vehículos y escoltas. Como ejemplo, un senador que debe trasladarse al Congreso, al aeropuerto o al médico abre la aplicación y coloca la dirección, trayecto previamente aprobado por la nueva UNP. En cuestión de minutos aparece una camioneta blindada y lo conduce a su destino. Para el regreso a su vivienda del senador operaría exactamente de la misma forma, dado que el servicio estaría disponible a cualquier hora. Por supuesto a este esquema se van a oponer aquellos que se han acostumbrado a tener camionetas blindadas para su uso exclusivo y múltiples escoltas para poder ordenarles sus quehaceres domésticos, incluyendo el mercado y la paseada de los perros. También ofenderá a aquellos que creen que las camionetas blindadas y los escoltas son lo que los hace importantes. Otros entenderán las bondades de un sistema de protección moderno y compartido.
Apostilla. En el pasado artículo hice mención de varios personajes de Roald Dahl que habían sido alterados por la editorial Puffin Books, como eran Augustus Gloop, la señora Twit y los Umpa-Lumpas. No obstante esta información ser pública, el párrafo de mi artículo fue sacado textualmente de un artículo de Juan Gabriel Vásquez. Por un imperdonable error esa autoría no fue adjudicada como ha debido ser y presento sinceras disculpas tanto a Juan Gabriel como a los lectores.