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Conflicto de lealtades

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Mauricio García Villegas
09 de octubre de 2021 - 05:30 a. m.
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Una de las reglas del clientelismo es que los políticos que llegan a los cargos públicos deben ser más leales con los padrinos que los nombraron, o los ayudaron a elegir, que con la ley y con el servicio público que prestan.

Les doy un ejemplo que lo ilustra bien. El alcalde de Medellín acaba de nombrar un nuevo gerente para Telemedellín. Se trata de Deninson Mendoza, un joven político sin experiencia en medios de comunicación cuya principal virtud es ser leal. Su principio de vida, dice Mendoza, es “hacer caso” (que en buen paisa no es otra cosa que obedecer), y si alguna duda hubiese al respecto, la despeja con el siguiente ejemplo: “Yo soy socio del Cali, soy uno de los 700 dueños del Deportivo Cali, pero hoy me gusta mucho el Nacional. ¿Por qué? Porque mi jefe es hincha del Nacional, así de sencillo. Lo que a mi jefe le gusta a mí me encanta. Yo hago un caso el verraco, me encanta hacer caso (…) entiendo cómo funciona esta vuelta y yo voy para adelante”.

El deber de proteger lo público está por encima de las lealtades políticas de un funcionario y este es un principio que no se está cumpliendo en Telemedellín. Es cierto que en los canales públicos hay una tensión entre comunicar e impulsar a la administración de turno (tal vez hace falta una regulación que asegure la autonomía de los canales). Pero en medio de eso y con diferencias de estilo y enfoque Telemedellín había mantenido su autonomía y la calidad de su noticiero. El alcalde Quintero ha ido minando todo eso y ahora la orden de Mendoza es que los contenidos en contra del alcalde no pueden ser emitidos y que quien no esté de acuerdo se va. El periodista Hernán Muñoz Álvarez ha sido expulsado mientras escribo esto.

El funcionario clientelista no solo es sumiso con sus jefes políticos, sino que exige lo mismo de sus subordinados y por eso castiga la falta de mansedumbre con el despido. Antonio Caballero dijo alguna vez que si la característica de los españoles es la envidia y la de los franceses es la arrogancia, la de los colombianos es la lambonería. A eso hay que agregar el despotismo con los de abajo: el político clientelista es un cordero manso con su superior y un lobo feroz con sus dependientes.

Pero lo peor del clientelismo es la captura de las instituciones por parte de los intereses privados, en este caso políticos. Esto ocurre porque no solo se exige lealtad durante la competencia electoral sino, sobre todo, durante el ejercicio del cargo, que es cuando el padrino cobra su recompensa. Para que el sistema funcione es vital que este último tenga la certeza de que su candidato no se va a “torcer” (la evocación mafiosa no es gratuita), ni siquiera por cumplir con sus deberes legales. Como dice Mateo el evangelista, nadie puede servir a dos jefes, y en este caso queda claro que la obediencia primordial es con el padrino. Por eso en el clientelismo no hay peor pecado que la traición, la cual desencadena odios recónditos que, como es el caso de los expresidentes Uribe y Santos, nunca desaparecen.

Lo de Mendoza no es un caso aislado y eso es lo más triste. Muchos ejemplos similares, quizás con una dosis de lambonería y arrogancia menor, se pueden ver en el Gobierno central, sobre todo en los organismos de control, hoy casi todos dirigidos por funcionarios mediocres, unos más que otros, que parecen obedecer al presidente con una lealtad mayor de la que tienen con el servicio público y que, como diría Mendoza, entienden bien cómo funciona la vuelta.

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RIGOBERTO(68516)10 de octubre de 2021 - 11:31 a. m.
Mauricio, está criticando la paja en el ojo, el ejemplo mayor de lo que tanto le molesta se puede ver con el gobierno del Subpresidente con el nombramiento de sus Amiguis de farra, en la procuraduría, contraloría y fiscalía, lo malo es no estar en la rosca
JOHN(0r8fm)10 de octubre de 2021 - 09:18 a. m.
Este "gerentillo", sin personalidad, sin carácter, falto de principios, dignidad y ética empresarial! Prototipo del "lagarto", arribista en la fauna política, para ascender; arrastrado, arrodillado y "lambón", para con su mentor o mayor y, opresor - perseguidor, de sus subordinados; de doble moral, hipócrita y farisea! Eso de decir en público que le encantan los gustos de su jefe, lo colocan com
  • JOHN(0r8fm)10 de octubre de 2021 - 09:22 a. m.
    Y, la verdad que es, más digno de ser odiado, que despreciado, por su estilo de comportamiento y forma de vida la cual desarrolla con base en alabar, con doble propósito y todo lo demás, que crea necesario para escalar o sostenerse en posiciones, no precisamente por sus méritos! J.J.G.G.
  • JOHN(0r8fm)10 de octubre de 2021 - 09:21 a. m.
    Eso de decir en público que le encantan los gustos de su jefe, lo colocan como "un lagartazo y manzanillo"! Que equivocado esta el alcalde al nombrar esta especie de personajes "foráneos", por encima de la capacidad y autosuficiencia de la dirigencia Paisa! Que vergüenza para Telemedellín, el canal de la Gente, tener un directivo de esta clase, que encarna implícito, un profundo desprecio!
María(60274)10 de octubre de 2021 - 01:29 a. m.
El Colombiano también hacía y hace lo mismo con uribe, no por nada les dieron millones del robo de agro ingreso seguro y eso los políticos siempre lo hacen, claro, no van a poner en un cargo a alguien que esté en contra de ellos, eso no es nuevo, vea al muñeco como compró la presidencia.
María(60274)10 de octubre de 2021 - 01:26 a. m.
Y no solo en Mdellín, el gobierno es igual, todos los que están en él, empezando por el fiscal están en el cargo por obedientes y nada más, pura gente que no sirve para nada pero están allá porque hacen lo que sea por matarife, ese es su único "talento".
Carlos(62305)10 de octubre de 2021 - 12:35 a. m.
3. Muchas organizaciones sociales de la ciudad están cooptadas, su independencia las mueve un contratico con la alcaldía. Los artistas, igual. Los medios, uno que otro denuncia. Los empresarios son pragmáticos, bussiness are bussiness, han abusado de su influencia. Las universidades solo publican artículos con normas Apa. Entre tanto la ciudad va por un desbarrancadero.
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