Publicidad

Contra el inglés

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Mauricio García Villegas
23 de agosto de 2025 - 05:05 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El presidente Gustavo Petro dijo hace poco que cualquier hijo de campesino debería poder ser embajador. Empiezo por decir que me siento identificado con esa afirmación. Esto me recuerda la historia de Víctor (que ya he contado en esta columna) un joven campesino al que solo le gustaba estudiar; tenía una curiosidad insaciable, devoraba libros, era el mejor estudiante de la escuela y quería ser médico. Pero el colegio público en el que estudiaba (en Arma, Caldas) tenía muchas deficiencias, empezando por la incapacidad de sus profesores para desarrollar los talentos de sus mejores alumnos. Finalmente, Víctor no pasó a la universidad pública, terminó haciendo una carrera intermedia, ahora vive en Medellín y, gracias a sus capacidades sobresalientes, tiene un trabajo digno y próspero. Pero si Víctor hubiese tenido un colegio de buena calidad habría cursado medicina, probablemente habría conseguido una beca para estudiar en el exterior y hoy sería un gran cirujano. ¿Cuántos hijos de campesinos a lo largo de la historia del país habrían podido ser científicos, inventores, empresarios, o embajadores si hubiesen tenido una educación de calidad? Miles, pero se perdieron en el anonimato porque el Estado les negó la posibilidad de desarrollar sus talentos, lo cual es una violación a uno de los principios esenciales y básicos de la Constitución: la igualdad de oportunidades.

Pero lo que dijo Petro no tenía el ideal de alto vuelo en el que estoy pensando, sino algo mucho más puntual: eliminar el dominio del inglés como requisito para ser embajador. El presidente, según parece, no busca que los campesinos preparados puedan ser embajadores, sino que sean embajadores por el solo hecho de ser campesinos. Pero tal vez hay algo más; no solo se trata de hacer justicia campesina (de manera errática a mi juicio) sino de oponerse a los Estados Unidos, un país que no solo nos malquiere, sino que ha puesto al mundo entero a hablar su idioma. Pero si de eso se trata, lo que hay que hacer es justo lo contrario: empezar por entender el “idioma de los dominantes”; quien busca disminuir la influencia del “imperialismo gringo”, algo con lo cual yo podría estar de acuerdo, lo primero que debe hacer es aprender inglés.

La propuesta de Petro es un “llamado a la ignorancia” que tiene origen en el resentimiento. No es la primera vez que esto ocurre. Incluso don Miguel de Unamuno, un intelectual que admiro, fue víctima de este impulso emocional cuando ante la crítica que se hacía por la falta de invención científica en España reaccionó diciendo, “¡pues que inventen ellos!”. Desde mis años universitarios he visto cómo un sector de la izquierda desprecia la ciencia, los métodos cuantitativos y el idioma inglés (asuntos en los cuales los latinoamericanos nos desempeñamos mal) con la idea de que todo eso es imperialista y tramposo. Hay aquí un autoengaño similar al de la zorra que, al no poder alcanzar unas uvas jugosas y maduras, abandona la tarea diciendo “y para qué me esfuerzo si esas uvas están verdes”. La dominación no solo se explica por la fuerza de los dominantes, sino también por las trampas en las que caen los dominados al no darse cuenta de que, para enfrentar a los poderosos, el conocimiento es una herramienta más efectiva que el resentimiento.

Pero, pensándolo bien, tal vez la propuesta de Petro no obedezca a ese llamado a la ignorancia, sino a algo incluso más lamentable, en todo caso más prosaico, que es convertir las embajadas en botines clientelistas, como lo han hecho tantos gobiernos a lo largo de la historia colombiana; una práctica que Petro criticaba duramente cuando no era presidente.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.