En días pasados, a raíz de un trino que alguien puso sobre mi último libro, miré el celular muchísimas veces, quizás cada hora, o cada media hora, no lo sé. Quería saber cuántos seguidores se iban sumando a mi cuenta, qué tanta gente estaba de acuerdo conmigo, cuánto público me estaba regalando esas diminutas medallas de gloria que son los likes de las redes sociales. Al final del día empecé a verme como un adicto y por eso hice un acto íntimo de contrición y una promesa de abstinencia.
Supongo que mi caso no es excepcional. Pero, además, hay algo en la pandemia que nos ha vuelto más adictos a las redes sociales y es el...
Conoce más
