En algún momento de la vida todos le hemos deseado el mal a alguien, incluso su muerte; hay una parte de nuestra mente (sobre todo la masculina) que todavía obedece a los impulsos del primate agresivo que nos precedió en la cadena evolutiva. También sentimos lo opuesto: anhelar el bien de un ser querido, al punto de querer dar todo, incluso la propia vida por esa persona. El ser humano es una combinación disonante de afectos y de odios, todo ello moderado por la cultura, que nos enseña a ser sociables, incluso a ser decentes con nuestros enemigos.
Me pregunto si algo no está fallando en esa cultura. Lo digo pensando en lo común que...
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