Publicidad

El divorcio de la inteligencia y la sabiduría

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Mauricio García Villegas
13 de diciembre de 2025 - 05:05 a. m.
“Lo de Trump es una caricatura de ese divorcio porque reduce la inteligencia a la astucia para triunfar”: Mauricio García Villegas
“Lo de Trump es una caricatura de ese divorcio porque reduce la inteligencia a la astucia para triunfar”: Mauricio García Villegas
Foto: EFE - FRANCIS CHUNG / POOL
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

El 28 de noviembre pasado, la periodista Nancy Cordes, de CBS News, le preguntó al presidente Trump por qué le echaba la culpa al presidente Biden por el incidente del afgano que trabajaba para la CIA y que atentó contra dos miembros de la Guardia Nacional en Washington. “Porque los dejaron entrar”, les respondió Trump; “¿es usted estúpida?”, le responde, y se lo repite varias veces. No es la primera vez que Trump descalifica a sus opositores de esta manera; ya en 2020 sostenía que quienes lo apoyaron eran “inteligentes”, mientras que quienes votaron por Joe Biden eran “gente ignorante”. Más aún, una retórica recurrente del presidente ha sido presentarse como una persona dotada de una inteligencia sobresaliente.

Traigo a colación este incidente porque me parece que alude a una pregunta trascendental para los tiempos que corren: ¿Qué es ser inteligente?

Tal vez lo primero sea poner de presente que no es fácil medir este atributo. Las pruebas de cociente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) están diseñadas para evaluar habilidades cognitivas como razonamiento lógico, comprensión verbal, memoria y velocidad de procesamiento, lo cual deja por fuera otros talentos como creatividad, intuición, inteligencia emocional o habilidades prácticas.

Se me ocurre que una idea más integral (y correcta) de ver la inteligencia es valorarla según sus resultados, de la misma manera como la creatividad de un artista se mide por sus obras de arte. La inteligencia debería medirse, al menos en parte, por su capacidad para indicarnos cómo vivir mejor. La incapacidad para ser feliz de alguien con un IQ muy alto me parece, en principio, un signo de poca inteligencia. Lo mismo puede decirse a nivel colectivo: si la inteligencia es nuestro principal atributo como especie animal ¿cómo es posible que estemos poniendo en peligro nuestra propia supervivencia? Si la infelicidad de alguien habla mal de su inteligencia, la amenaza de extinción por causas humanas (guerras, calentamiento global, etc.) habla mal de nuestra inteligencia colectiva.

Lo que estoy tratando de decir es que la inteligencia no es ajena a la sabiduría. Hemos progresado mucho en bienestar material, con infinidad de máquinas que nos facilitan la vida y de sustancias que nos curan las enfermedades. Pero en términos de sabiduría, es decir del buen juicio (prudencia) con el que deberíamos gobernar nuestros actos, relacionarnos con los demás o apreciar lo que más vale en la existencia humana, hemos avanzado poco o nada.

En las sociedades de hoy, la inteligencia se ha reducido al éxito profesional o a la acumulación de dinero, pero, como se sabe, esos logros, superando un umbral que no suele ser muy elevado, no contribuyen tanto a la felicidad como el cultivo de los afectos. La inteligencia, en síntesis, se ha divorciado de la sabiduría.

Lo de Trump es una caricatura de ese divorcio porque reduce la inteligencia a la astucia para triunfar en la vida. Durante la campaña presidencial de 2016, Hillary Clinton sostuvo que la razón por la cual Trump no mostraba su declaración de impuestos era para no revelar lo poco que había pagado (o lo mucho que evadía) a lo cual este respondió diciendo “eso prueba lo inteligente que soy”.

En un mundo que ha perdido los ideales colectivos, que ha dejado de creer en las ideologías y que todo lo reduce a la competencia (sí, exagero un poco) muchos han terminado por creer que la verdadera impronta de la inteligencia humana es la astucia. No creo que eso sea verdad, ni siquiera cuando hablamos de individuos aislados. En todo caso, en términos colectivos, de civilización, esa creencia me parece una forma de estupidez.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.