Lidiar con la grandeza

Mauricio García Villegas
07 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.

“Todos los pueblos quedan marcados para siempre por sus épocas de grandeza”, dice Hugh Thomas en su libro sobre la guerra civil española. Es verdad, los países que han tenido un pasado glorioso batallan con el presente y eso debido a que, en los momentos de crisis, la sociedad se divide en dos: una mitad que exige adaptación a los nuevos tiempos y otra mitad que añora el pasado y se resiste al cambio. La guerra civil española, dice Thomas, puede entenderse de esa manera, como el enfrentamiento moral y bélico entre los nostálgicos del imperio católico y los liberales de la Europa moderna. Lo que está pasando en los Estados Unidos también puede ser visto así, solo que aquí los conservadores, además de querer restaurar la sociedad religiosa tradicional, desean reinstalar la supremacía blanca.

En los últimos años Donald Trump se convirtió en el líder de esa población y lo hizo con el eslogan nostálgico de Make America Great Again. Sus seguidores están repartidos a lo largo y ancho del país, pero tienen unas características definidas: son, por lo general, de raza blanca, tienen poca educación universitaria y están ubicados en zonas rurales o apartadas de los grandes centros urbanos. Es una población parroquial, convencida de ser la depositaria del alma nacional que nació con la Independencia, y hoy en día, alentada por Trump, no está dispuesta a convertirse en una minoría, ni a plegarse a los valores multirraciales y multiculturales que rigen en los grandes centros urbanos, como Nueva York o San Francisco.

La división entre tradicionalistas y modernistas no es nueva, pero se acentuó con la llegada de Trump hasta convertirse en una guerra política frontal que, como dice el columnista Thomas Friedman, acabó con los dos pilares de la democracia estadounidense: la confianza y la verdad. Trump logró convencer al Partido Republicano, y a sus seguidores, de que la suya es una guerra que merece ser ganada, incluso si ello implicaba cohonestar con la deshonestidad y la patanería.

Hace una semana Joe Biden era el candidato favorito en las encuestas y sus seguidores tenían la esperanza de que, como presidente, iba a restaurar la confianza perdida en el sistema político. Pero tal cosa implica no solo ganar las elecciones, es decir vencer en las urnas, sino ganar con una mayoría aplastante de la cual se derive una lección de no repetición con respecto a lo ocurrido durante los cuatro años anteriores. Lo primero es una victoria política, lo segundo es una victoria moral. Los demócratas conseguirán, muy probablemente, la primera de estas victorias, pero no la segunda y eso debido a que la mayoría aplastante ya no tuvo lugar. Al momento de entregar esta columna se siguen contando los votos y no se sabe todavía quién es el ganador.

Recuperar la confianza en las instituciones no será una tarea fácil. Trump se va, pero una parte de sus huestes se queda: la Corte Suprema, con una amplísima mayoría, y muy probablemente la mayoría republicana del Senado. Además, y esto es lo más preocupante, Trump es menos una anomalía del sistema político (un loco que se coló en el Partido Republicano) que un reflejo de la sociedad, más precisamente de esa mitad, o casi, que mantiene una idea de patria gloriosa sustentada en el racismo y la religiosidad.

Si algún futuro promisorio le espera a los Estados Unidos, este dependerá de su capacidad para superar esa idea de grandeza. Pero como sugiere Hugh Thomas y como lo demuestran los hechos actuales, esas nostalgias son difíciles de olvidar.

Temas recomendados:

 

Adrianus(87145)07 de noviembre de 2020 - 09:22 p. m.
Excelente columna. Lamentable que en dicho país "desarrollado" impere un pensamiento tan retrógrado (no se van a hacer aun lado con la pérdida del patán Trump). Aquí, como allá, sin ser desarrollados, también la caverna se ha impuesto exhibiendo lo más bajo e iletrado de la sociedad en el poder: ganaderos, terratenientes y mafiosos. Una escoria que a nada bueno conduce, como bien se ve.
  • Javier Dairo(17568)08 de noviembre de 2020 - 02:13 a. m.
    ESTA MUY CLARO PERO NOS QUEDA EL GRAN CONSUELO DE SABER QUE Afortunadamente YA El 86% del País Electoral Colombiano, No. le cree pero es NADA, Ni al Títere al CD (Extremo Demoníaco) Ni. Mucho Menos al hoy Exsenador y ExpresidarioAUV al punto que tan solo el 14% votaría por él que este diga Mejor Dicho solo necesitamos las elecciones del 2022 cierto amigues de este DEMOCRÁTICO FORO?.
  • Javier Dairo(17568)08 de noviembre de 2020 - 02:13 a. m.
    ESTA MUY CLARO PERO NOS QUEDA EL GRAN CONSUELO DE SABER QUE Afortunadamente YA El 86% del País Electoral Colombiano, No. le cree pero es NADA, Ni al Títere al CD (Extremo Demoníaco) Ni. Mucho Menos al hoy Exsenador y ExpresidarioAUV al punto que tan solo el 14% votaría por él que este diga Mejor Dicho solo necesitamos las elecciones del 2022 cierto amigues de este DEMOCRÁTICO FORO?.
humberto jaramillo(12832)07 de noviembre de 2020 - 07:44 p. m.
Lo que dice el profesor García Villegas será obvio o recurso a lugares comunes...
Hernando(84817)07 de noviembre de 2020 - 04:29 p. m.
Excelente columna. En Colombia llevamos 500 años de lo mismo y en pleno siglo XXI hay quienes están interesados en mantener el pais en un estado de estancamiento permanente sostenido por fundamentalismos políticos y religiosos, apoyados por un sistema educativo que no permite y mucho menos estimula el pensamiento critico.
Duncan Darn(84992)07 de noviembre de 2020 - 04:11 p. m.
Una simple observación: los padres de la unión americana no tenían todos educación universitaria. Pero su interés en la educación y las ciencias fue tan admirable que no dudaron en crear las bases de una gran nación. El payaso que deja el puesto prácticamente se poposeo ese gran legado. Dura cuesta para remontar le tocó a Biden!
shirley(13697)07 de noviembre de 2020 - 01:54 p. m.
Al apreciar los gestos y muecas del señor Trump por tv,me queda una sensación de estar viendo un psicópata,un engreído,un mimado.Tiene poses de superioridad,hace pucheros,mirada altiva y despreciativa.El interlocutor le huele mal,frunce el ceño, por no decir otra cosa,gesticula y afina los labios.En fin:todo un esquizofrénico al mando de 300 millones de personas.Quedará para la historia:¡BUFÓN!.
  • Javier Dairo(17568)08 de noviembre de 2020 - 02:19 a. m.
    Nunca los EE.UU, han sido Faro Democrático, depronto algunos Presidentes, muy escasos por cierto..., de resto ese país ha sido siempre, UN IMPERIO DE BARBAROS E INVASORES...,afortunadamente Hoy no son ya Potencia en NADA, pues LA CHINA DESPERTO!!!, cierto mis amigues y compañeros de este DEMOCRATICO FORO ?.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar