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Palabras para nombrar la violencia

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Mauricio García Villegas
01 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
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Por estos días me encuentro en Alemania, invitado por la profesora Verena Dolle, de la universidad Justus Liebig de Giessen, para hablar de violencia y literatura en Colombia y, más precisamente, de su proyecto de investigación sobre el uso de la palabra holocausto en relación con los hechos del Palacio de justicia ocurridos en noviembre de 1985 y conocidos como el “holocausto del Palacio”. Este evento, no sobra recordarlo, fue desencadenado por el M-19 y convertido en una tragedia monumental cuando el Ejército nacional recuperó el edificio a sangre y fuego.

Para los alemanes, la palabra Holocausto, escrita con mayúscula, tiene una connotación especial, casi sagrada y, en todo caso, exclusivamente asignada a la eliminación de casi seis millones de judíos por parte del del régimen nazi. ¿Cómo es posible que los colombianos utilicen la misma palabra para referirse a un hecho, sin duda doloroso, pero nunca equiparable a lo ocurrido en Alemania durante la Segunda Guerra? Esta es una de las preguntas que, con un propósito más explicativo que crítico, se plantea la profesora Dolle en su investigación.

En el trasfondo de su proyecto yace, a mi juicio, una pregunta más general: ¿por qué es tan difícil encontrar palabras para nombrar la violencia en Colombia? A mediados del siglo pasado, por ejemplo, tuvimos una guerra civil que causó más de 200 mil muertos y a la que, a falta de un nombre, simplemente la llamaron La Violencia.

Esa dificultad se origina, especulo yo conversando con Verena Dolle, en dos rasgos característicos de la violencia en Colombia: su carácter anómico y su prolongación en el tiempo.

La violencia política puede venir del despotismo o de la anomia. En el primer caso hay un tirano que aplasta a la sociedad, en el segundo hay una guerra civil entre dos, tres o más bandos. En Colombia hemos padecido ambos tipos de violencias, pero la segunda, la anómica, ha sido más extendida y ha tenido implicaciones más hondas y perniciosas. Otra característica de la violencia en Colombia es la larga duración en el tiempo y el espacio, como si fuera una llaga social que nunca sana del todo, que supura, gota a gota, a lo largo de los años y las décadas. Es un dolor que no estalla de una vez por todas, con miles de muertos ocurridos en una batalla, o con la desaparición sistemática y brutal de personas ordenada por un gobierno militar en pocos meses, sino que ocurre día a día, con masacres aisladas y desapariciones puntuales, lo cual, a la postre, conforma una tragedia tan espantosa o peor que la producida por el régimen despótico.

Mi hipótesis es que la dificultad que tenemos los colombianos para encontrar palabras que describan nuestra violencia viene de su complejidad multifacial, por causa de la guerra civil, y de su recurrencia y prolongación en el tiempo. Siendo así, los colombianos buscamos nombrar lo inefable de nuestra violencia, bien sea con palabras de otras tragedias, más visibles y más terribles que las nuestras, como el Holocausto alemán, o hiperbolizando lo que vemos, sobre todo al otro, al que no piensa como nosotros, como ocurre con el uso abusivo de palabras como fascista, genocida o terrorista.

Digo todo esto con la esperanza de que la conmemoración de los cuarenta años de la toma del Palacio de Justicia sean una oportunidad para superar la visión de Colombia como una sociedad en guerra consigo misma. Pero para lograr esto, lo primero que debemos hacer, tal como lo propone la profesora Dolle en su proyecto, es dejar de ver a una parte de la sociedad como la enemiga de la otra parte.

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Mario Giraldo(196)02 de noviembre de 2025 - 03:30 a. m.
Sociedad en guerra consigo misma? otra exageración absurda. aproveche y comentele a la profesora que piensa de esa afirmación para un país donde ni el 1% de la población esta expuesta a los problemas de grupos armados.
Atenas (06773)02 de noviembre de 2025 - 03:30 a. m.
Oportuna columna q’ alude a la masacre q’ perpetró el M-19, financiada por el monstruoso P.Escobar, a objeto de arrasar con todo lo q’ tuviera vida dentro del Palacio de Justicia hace ya 40 años; y por lo cual tuvo q’ entrar a saco el gbno mediante las poderosas y abnegadas FFAA q’ desde entonces ofrendaron su vida y honra pese a ser agentes del Estado y a ello obligados.Hoy, la influyente revista Semana, en 1ª página, revela q’ al magistrado M.Gaona allí lo asesinó el M-19.¿Qué más decir?Atenas
Mario Giraldo(196)02 de noviembre de 2025 - 03:26 a. m.
Aproveche y preguntele por la palabra magnicidio. La exageración vende periódicos y captura audiencia en las mañanas. Una tasa de homicidios similar a la del promedio, con muertes violencias y asesinatos multiples incluso mas bajos que los de USA gracias a la exageración en los medios se vuelven plataforma política. Bastante conveniente para los que no quieren resolver problemas nucleares.
CARLOS BARRGAN(lcggj)02 de noviembre de 2025 - 12:57 a. m.
Buena reflexión.
ALVARO MEDIMA(28865)01 de noviembre de 2025 - 10:51 p. m.
Que el columnista le proponga su conclusión final al grupito de Uribe, Vargas Lleras, De la Espriella, la Vicky, la Cabal y la Palomita de la Guerra a ver si le hacen caso.
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