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Sobre la naturaleza humana

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Mauricio García Villegas
18 de octubre de 2025 - 05:05 a. m.
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¿Somos buenos por naturaleza pero la sociedad nos corrompe o, por el contrario, somos malos y solo hacemos el bien cuando nos amenazan con un castigo disuasor? Esta pregunta recoge la eterna disputa entre Rousseau, con su idea de que el ser humano era bueno antes de convertirse en ser social, y Hobbes, con su aserción de que el egoísmo y las ansias de gloria explican todo lo que hacemos. ¿Quién tiene razón?

En la década de los 80 se impuso la versión pesimista de la naturaleza humana, en buena parte impulsada por los defensores de un capitalismo cerrero que veía en la codicia (ese vicio privado que la Iglesia católica condenaba) una virtud pública, tal como lo había dicho Bernard de Mandeville a principios del siglo XVIII. Pero en las dos últimas décadas, tal vez por lo disfuncional que se ha vuelto todo o por la mayor conciencia de que las cosas no van bien, el egoísmo ha empezado a ser visto como la causa de todos, o de buena parte, de nuestros males. Por eso hoy abundan las publicaciones que exploran el lado virtuoso (y olvidado) de la condición humana, siguiendo la senda de lo dicho por Peter Singer en su célebre libro The Expanding Circle (1981) en el que mostró cómo el sentido moral del ser humano se ha ampliado, desde el amor por la familia y la tribu, hasta el amor por la humanidad e incluso por los animales y la naturaleza.

Por esa vía se encamina el libro de Rutger Bregman, Dignos de ser humanos (2022), en el que se defiende la idea de que somos buenos, pero, tal como lo había dicho Rousseau, nos dejamos corromper por la sociedad. Los humanos, empieza por decir Bregman, tenemos un sesgo de negatividad; es decir, nuestra atención está capturada por las señales de peligro, amenaza o derrota, más que por las señales de encuentro y colaboración. Los medios de comunicación se valen de ese sesgo para ofrecernos una versión de la realidad que privilegia lo terrible, lo injusto y lo desgraciado sobre lo amable y lo cordial, lo cual conduce, dice Bregman, a una especie de predicción autocumplida: mientras más creemos en la perversidad de nuestra condición, más nos atrincheramos en esa idea y más desechamos el diálogo y el entendimiento que nos podría salvar de la tragedia. Esta senda maldita se ha acentuado con la tecnología digital y sobre todo con la comunicación efímera y pasional que imponen las redes sociales, gobernadas por un algoritmo que privilegia lo que nos atrae y mantiene conectados por encima de lo verdadero o de lo valioso. Así, estamos atrapados en una sociedad de comunicación que saca lo peor de nosotros, tal como lo había sostenido Rousseau a mediados del siglo XVIII cuando dijo que el ser humano es bueno pero la sociedad lo corrompe.

Por eso Bregman propone dejar de ver noticias y apartarse de las redes sociales. ¿Es eso factible? No parece; somos demasiado vulnerables a la oferta digital y por eso solo podemos esperar, aunque por ahora parece imposible, una regulación de los medios, las redes y el algoritmo. Lo que sí podemos hacer mientras esto ocurre es ser conscientes de nuestro sesgo de negatividad, rescatar las historias virtuosas que nos rodean, reparar en ellas, exaltarlas y difundirlas, de tal manera que alimenten una predicción autocumplida, pero personal y virtuosa, que nos lleve a volvernos mejores personas por el simple hecho de creer que lo somos o, por lo menos, que no somos tan malos como creemos, o como nos dicen que somos.

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Giovanny Rodriguez(81579)20 de octubre de 2025 - 02:12 p. m.
Gran columna-muchas gracias
eudoro echeverri quintana(79178)20 de octubre de 2025 - 01:01 a. m.
Magnífica columna, gracias.
Helbert Ruiz Rodriguez(72916)19 de octubre de 2025 - 08:09 p. m.
Profesor. quiénes podemos ser conscientes? De 100 estudiantes que inician preescolar, tan solo 10 llegan a la U. Eh ahí uno de los problemas de su esperanza
Mario Giraldo(196)19 de octubre de 2025 - 03:30 p. m.
Gracias por las referencias literarias. las redes sociales son como las malas compañías, desconectarse de ellas no solo es posible sino altamente deseable.
Alejandro Torres Ortega(25418)19 de octubre de 2025 - 01:19 p. m.
El inconveniente con la regulación que propone, es que la realizará el grupo político de turno, el cual decretara haciendo universal su forma de pensar sin tener en cuenta razones éticas ni morales
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