El tanque de guerra molió todas las barreras que separaban a la comunidad de los zombis y en su avance destruyó no solamente lo que había a su paso, sino también lo que alcanzaba a aniquilar con los proyectiles vomitados desde su entraña. El objetivo se cumplió, el del Gobernador, destruir a los adversarios y además a su circunstancia. Nadie obtuvo la victoria, es lo paradójico, ni el “gobernador”, ni los habitantes del territorio invadido, porque al final los verdaderos triunfadores fueron La Muerte, La Desolación y el Destierro. Nadie pudo celebrar, nadie logró sonreír.
El anterior relato no es referido a la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, ni tampoco a la retoma del mismo hecha por los militares colombianos con la metodología “clarifinante”, término acuñado por el sicólogo Paul Watzlawick en su libro El arte de amargarse la vida, que se refiere a ese tipo de soluciones que a veces buscamos los seres humanos, que consisten en acabar con un problema destruyendo la causa, los elementos y los afectados por el problema. Dicho en corto, “si tienes gripa, pégate un tiro, y se acaba la gripa y de pasada todo lo demás”.
Lo que me llama la atención de la referencia del tanque de guerra, hecho que sucede en un episodio de The walking dead, es que la ficción en este caso sí imita a la realidad de una manera tan precisa que me obliga a preguntarme si será, por ventura, que los creadores de la serie se inspiraron en la barbarie cometida por el ejército colombiano en la retoma del Palacio de Justicia o si la secuencia de la serie fue resultado de la imaginación extravagante y retorcida de los autores de la serie de los muertos caminantes.
Si fuera lo primero hay que aplaudir el ingenio con que estos realizadores trasladan la maniobra del Ejército nacional a una dimensión dramática que lleva al clímax la personalidad megalómana y psicópata de El Gobernador, especie de dictadorcillo manipulador y demagógico que logra someter a una comunidad ya sea por su manipulación y mentiras o por la fuerza y torturas. Pero si fuera lo segundo, es decir, si el ingreso del tanque a la cárcel es fruto de las neuronas de los autores entonces siento terror del de verdad porque se confirma que solamente en una mente retorcida y perversa dirigida a pensar lo peor posible (muertos caminante que devoran a los vivos) cabe la opción del tanque de guerra.