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Del aniquilamiento total del enemigo a la guerrilla humanitaria

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Mauricio Rubio
27 de febrero de 2025 - 05:04 a. m.
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Con otro relato alucinante, Gustavo Petro engalanó aún mas la narrativa sobre el M-19. Transformó el asesinato de soldados, despiadado y a traición, en compasión de monjas misioneras.

“El ser humano necesita una segunda oportunidad, por eso (en el M-19) no había fusilamiento de gente que infiltraba el ejército; los cogíamos, los cuidábamos, les decíamos lo malo que era infiltrar y se iban a su casa”, afirmó el ex comandante Aureliano en su célebre Consejo de Ministros. Al dejar a sus enemigos, los militares atendidos por profetas de la paz salían convertidos en nuevos eslabones de la cadena de afectos de esa filantrópica organización armada. “El soldado herido era curado por la mujer más bonita de la guerrilla del M-19. ¿Por qué? No porque fuéramos machistas, sino que ese soldado podía curarse más rápido, porque empezaba a sentir el amor ahí mismo”.

Sobra detallar los crímenes atroces cometidos por esa guerrilla bajo la dirigencia del venerable Jaime Bateman Cayón. Basta enumerar algunos, dejando de lado la toma del Palacio de Justicia, ataque posterior a su muerte. Una prueba temprana del talante despótico del grupo fue el asesinato en 1976 de José Raquel Mercado, líder sindical secuestrado, sometido a “juicio popular” y ejecutado por traición a la clase obrera. Durante años, el M-19 secuestró víctimas diplomáticas, de grandes empresas o celebridades. En 1980 con el asalto a la embajada de la República Dominicana, tomó rehenes durante 61 días. Una acción con nefastas secuelas fue el secuestro de Martha Nieves Ochoa en 1981, que llevó a la creación del movimiento paramilitar “Muerte a Secuestradores” (MAS) y, paradójicamente, a la estrecha colaboración con Pablo Escobar y, después, con otros narcos y paramilitares. De algunos ataques horripilantes nunca se habló.

Alfaro Vive Carajo (AVC) fue un clon del M-19 que operó en Ecuador entre 1980 y 1991. De origen urbano y líderes universitarios oligarcas, robaron la espada del general Eloy Alfaro, montaron audaces golpes espectáculo y, con asesoría colombiana, introdujeron allí los secuestros de impacto.

Santiago Kingman, uno de los fundadores, era profesor universitario en Quito y hacía parte del M-19. Con apenas 19 años, su novia Patricia Peñaherrera fue invitada por Bateman a guerrear en Colombia. “Nos propusieron un viaje al frente Sur en el Caquetá. Era para tres meses. A mí personalmente me encantó. No hubo discusión política, ni que para dónde van, ni cuál es el cuento sustancial del M-19. Nada de eso, sino más bien la relación, el vínculo, la manera de concebir la vida guerrillera, la cháchara… todo eso me pareció chévere y me fui quedando”. La sedujo el sancocho nacional.

Estuvo formándose en Cuba de donde volvió para ser jefe de las fuerzas especiales del M-19. “Hice una especialización que me costó casi mi personalidad” confiesa en el documental hecho en 2007 por la periodista Isabel Dávalos sobre AVC basado en entrevistas a varios de sus integrantes reinsertados, arrepentidos y aburguesados.

La principal actividad de ese grupo élite era el asalto a unidades militares. “Nos infiltrábamos ocho o diez personas en un cuartel y los atacábamos desde adentro, utilizando técnicas vietnamitas. Es como unos movimientos de gato que vas haciendo a lo largo de la noche y en el día te escondes en unos huecos preparados con anticipación… de noche avanzas hasta que llegas”. El último asalto en el que participó y resultó herida “fue un ataque a las fuerzas vivas, a los soldados del ejército. Entrábamos a que todos mueran, era el aniquilamiento total, le llamaban ellos. Y eso significa un combate muy, muy terrible… Muy duro, muy doloroso, porque las personas también están formadas para reaccionar militarmente con fusiles, granadas, explosivos y eso se volvió algo terrible, un incendio, volaban los techos, las sillas, las camas, las personas. Tengo el recuerdo de que es como un infierno... creo que un ser humano no está capacitado para vivir la guerra así”.

En la entrevista con Isabel Dávalos Patricia Peñaherrera no hace explícito que luchaba con Carlos Pizarro, pero en las fotos y videos suministrados a la periodista aparece el Comandante Papito con su boina o su sombrero igual al recientemente reconocido como patrimonio cultural de la nación.

Se puede estar o no de acuerdo con la teoría de que para superar los traumas de un conflicto se debe recordar lo ocurrido, para no repetirlo. Pero no es razonable, ni decente, ni contribuye a la paz, callar eventos brutales y sanguinarios buscando dignificar las motivaciones durante una guerra sucia. Menos aún cabe aceptar que el presidente de una democracia en la que recrudecen “explosiones, tomas guerrilleras, desplazados y muertes” pretenda enaltecer la memoria de una organización causante de tales infamias.

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Eduardo Sáenz Rovner(7668)03 de marzo de 2025 - 08:05 p. m.
No olvidemos el ataque a la casa del embajador israelí en Bogotá con un petardo y bala en 1980. Por eso no nos debe sorprender el antisemitismo de la ideología Petronazi.
Jorge Cuervo(48756)27 de febrero de 2025 - 07:16 p. m.
Una querella tardía e innecesaria. Lo que importa es que el M-19 se desmovilizó, cumplió con su compromiso de paz, han honrado el paso a la civilidad, contribuyeron al proceso Constituyente que dio origen a la Constitución de 1991 y, en el largo plazo, como fuerza política, ha obtenido más que cualquiera otra fuerza insurgente. En los 80s no existía la justicia transicional, el propio Uribe promovió el indulto a los miembros del M, eran las reglas de juego de la época. Esta no te la compra nadie
  • Felipe Fegoma(94028)28 de febrero de 2025 - 02:15 a. m.
    Yo la compro porque no dice ni una sola mentira. El que miente es Petro y tanto como Uribe.
Gustavo Guevara(42086)27 de febrero de 2025 - 05:25 p. m.
Cuando se mira la guerra con un sólo ojo..., parece tan fácil desconocer la guerra. Colombia ha tenido que padecer lo peor desde todos los ángulos. Ojalá algún día podamos vivir en paz.
hayek(62241)27 de febrero de 2025 - 02:54 p. m.
Cuando la evidencia perjudica al líder cósmico o a sus criminales secuaces el petrismo y la izquierda fanática callan
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