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El histórico referendo irlandés

Mauricio Rubio

27 de mayo de 2015 - 08:49 p. m.

La aprobación del matrimonio igualitario por referendo en Irlanda parte en dos la lucha por los derechos de las minorías sexuales.

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Da envidia lo que acaba de ocurrir en ese país. Una trascendental reforma legal fue adoptada por voto popular, no por voluntad de una reducida élite ilustrada tras deliberar en pequeño comité.

La decisión es histórica no sólo por el avance inapelable de la igualdad en una de las áreas más controvertidas de la época. También se desafió el mito de que los derechos de las minorías pueden defenderse a espaldas de las mayorías siempre que así lo decida un selecto grupo de personas educadas y de vanguardia que sí saben lo que le conviene a la sociedad.

Tan sólo en 1993 la homosexualidad dejó de ser delito en Irlanda. Por aquella época en Colombia se sabía de personalidades gays en la política, los negocios, la farándula, los medios, el arte y la literatura. El camino recorrido por el activismo irlandés para llegar a su victoria fue mucho más largo y arduo que el supuesto via crucis de un grupo de presión tan pródigo en señalar ataques, amenazas y dificultades como inepto para intercambiar ideas, promover el debate y por esa vía cambiar las mentalidades de los opositores, y las posibilidades políticas de las reformas. Mientras en Irlanda la labor del activismo fue de apertura, pragmatismo, discusión franca de las distintas aristas del problema y convencimiento progresivo de voces disonantes, en Colombia, con un punto de salida más favorable, no ha habido diálogo, ni debate, ni negociación, sino crispación y regaños por homofobia o fanatismo religioso. Además, una terca insistencia en imponer por la vía de la jurisprudencia, no siempre de manera diáfana, una agenda irreductible cuya aceptación popular nada que arranca.

Un detonante del movimiento que condujo a la opinión pública irlandesa de ver la homosexualidad como un delito a considerarla irrelevante para contraer matrimonio fue la muerte, en 1982, de Declan Flynn, un gay de 32 años, a manos de cuatro jóvenes que lo abatieron a garrote en Dublín. Los atacantes admitieron abiertamente que andaban matoneando gays y la suavidad de sus condenas, entre uno y cinco años después suspendidos, fue un catalizador del apoyo a los derechos de los homosexuales.

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El triunfo por referendo se debió no sólo al declive de largo plazo en la influencia de la iglesia católica sino a una paciente y bien diseñada campaña. "Nos aferramos al mensaje simple de la igualdad. Nuestra determinación fue no dejarnos involucrar en la amargura ni el insulto y que esta campaña sería alegre y positiva".

David Norris, activista, cuenta que les tomó 16 años lograr la descriminalización. El siguiente paso crítico fue la lucha de una pareja de lesbianas para que en el 2003 les reconocieran los votos matrimoniales hechos en Canadá. A pesar de las derrotas legales el caso galvanizó el apoyo a las uniones homosexuales, que quedaron por primera vez en la agenda. "Nos hubiera encantado que esto hubiera sido reconocido por la Corte Suprema, pero esta victoria es mucho más dulce, no lo dudo" anota Norris.

La recta final fue una minuciosa y agotadora campaña política desde la base, puerta a puerta, persona a persona, "con precisión militar". Contactaron decenas de miles de hogares, repartieron panfletos, colocaron pancartas ganándose uno a uno los votos. Una serie de videos impactantes se volvieron virales y campañas como "pídele a tu abuela que vote" ayudaron a cerrar brechas generacionales y lograr compromiso.

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No menos importante fue que las objeciones que se le han hecho al matrimonio igualitario no se silenciaron, también se discutieron en el parlamento. No se habló de taras religiosas pero sí de casos concretos de pederastia en la Iglesia.

El activismo irlandés incluso ayudó a difundir los resultados de un estudio según el cual los jóvenes gays enfrentan un riesgo mucho mayor de intento de suicidio que los heterosexuales (24% contra 6%). BeLong To (la organización nacional LGBT) acogió sin aspavientos los resultados. “No nos sorprendieron pues confirman investigaciones anteriores hechas en Irlanda que muestran que los jóvenes LGBT son en extremo vulnerables a dificultades mentales y particularmente al riesgo de depresión y autolesiones”. Nada que ver con el vergonzoso manejo que le dio el activismo colombiano al incidente de Sergio Urrego, intensivo en oportunismo, melodrama, mártires y chivos expiatorios.

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