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La fascinación con algunos guerreros: extensión del Síndrome de Estocolmo

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Mauricio Rubio
10 de abril de 2025 - 05:04 a. m.
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Sorprende y preocupa que los líderes del M-19 afianzaran la fábula de su lucha armada por la paz. Se sabe que, dirigidos por un seductor colosal, encantaron militantes, incluso menores. Además, conquistaron periodistas influyentes que relataron sus hazañas silenciando un evidente conflicto de intereses. Esa complicidad clasista no existió con las FARC ni con otras guerrillas. Nadie glorifica a Tirofijo, o al Cura Pérez, como adalides de la paz.

En 1973, una cajera de banco sueca se enamoró del asaltante que la mantuvo retenida varios días. Los efectos hormonales y psicológicos propuestos para explicar el Síndrome de Estocolmo -eventual vínculo entre captores y rehenes- también ayudan a entender la atracción, reforzada, cuando quien los padece comparte las razones del violento para atacar al enemigo. El miedo con empatía potencia el enamoramiento: este sería el Síndrome de Esto-es-el-colmo. Unos ejemplos lo ilustran.

Cuando Antonio Navarro ayudaba a Laura Restrepo a recuperarse del susto por un tiroteo, Olga Behar andaba con Iván Marino Ospina y su combo. Había decidido exponerse pidiéndole a Álvaro Fayad que la llamara cuando fueran a firmar la paz. Quería “ir al monte para bajar con la guerrilla hasta Corinto”, participar en la guerra, y lo logró. Eran las 11 a. m. cuando “sentimos el ruido de las aspas. Bajemos, fue la orden y comenzó la caminata… Íbamos muy cargados… descendimos por trochas angostas, enredadas en un paisaje paradisíaco… Los guerrilleros cantaban… De pronto… la ráfaga. Era un ataque hacia nosotros”. Ospina comandaba: “hay unos sesenta hombres, son soldados que nos disparan… fusiles adelante, pistolas y desarmados atrás”. Había desventaja. “Ráfagas de metralleta y fusiles y cohetes hacían un dramático coro. El ejército estaría a unos 1.000 metros”. La intrusa pidió “una chaqueta oscura, para no ser blanco de ataques”. No aceptó la retaguardia: “me quedo, a ver si aprendo algo… Todos los disparos venían del lado izquierdo (después) desde el lado derecho”. Creían estar rodeados cuando llegó corriendo un campesino y gritó “no disparen, es Navarro Wolff”. Tan peligroso ajetreo deja marcas indelebles que pueden después parcializar relatos como “Las Guerras de la Paz” o “Noches de Humo”.

Antes de elecciones de mitaca en 1982, el M-19 invitó a María Jimena Duzán a un campamento. Tras varios días “en poder de la guerrilla”, el pánico empezó de madrugada con un guardia: “levántese y póngase las botas. Estamos en emergencia. Interceptamos una radio de los chulos (Ejército) y decían avancen”. En segundos temblaba del susto. Alguien gritó: “Alto, ¿quién es?”. Inmediatamente todos al suelo. “Allí estaba yo, sumergida en la inmensidad del fango, con tipos armados, en posición de ataque, en una noche sin luna. Ví la muerte cerca. Y todo por un armadillo”. A pesar del pánico no huyó. Para reiniciar el diálogo le comunicó a Bateman que “si no me enseñaba a manejar una pistola, me volvería loca”.

Alexandra Pineda, “invitada” con Pacheco para entrevistar al líder, describe la eficacia de mezclar intimidación con gestos cordiales. Bateman “soltó una carcajada que estalló como una gran insolencia en medio de aquel ambiente salpicado de temores y amenazas. Tiene risa fácil, casi permanente, que no desaparece ni siquiera cuando profiere amenazas tan terribles como impedir las próximas elecciones… Estábamos allí, sentados con ese costeño indolente y audaz. Y se ríe. Se ríe a carcajadas del temor y del peligro, de la guerra y del susto que por su culpa se lleva la gente… pero asegura que ama la paz, que la desea y cree en ella. Es imposible negar el valor y la honestidad de alguien que se juega la vida por un ideal tan noble como la patria”. El reportaje termina con una exhortación. “Entonces uno piensa que con esa misma sonrisa en los labios es capaz de todo lo que dice: de desatar una guerra y hacer correr la sangre pero no sólo en los campos sino en las calles. O crear las condiciones para un golpe de Estado, convertir este país en un volcán en erupción, hacer estallar el polvorín de una lucha fratricida … Y entonces uno se pregunta si no vale la pena evitarlo”. Como pregona el fascismo, la paz estable y duradera se construye con intimidación, reflexiona la progre cronista.

Hace años, pensé que si contactaba a estas periodistas, directamente o por amistades comunes, podríamos hablar del asunto. Qué ingenuidad. La connivencia con el Eme está sellada con evasivas, incluso indignación con quien pretenda desafiarla. Es la misma actitud de Aureliano: asustar a quien discrepe y machacar la quimera de una gesta insurgente por la paz. La izquierda no petrista mantiene su silencio sepulcral sobre la violencia del M-19, sin molestarse por entender los ya inocultables delirios y desvaríos presidenciales.

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Noticioso(6975)10 de abril de 2025 - 09:24 p. m.
Esa idea tan peregrina de que Petro es un "antisistema" y representa "el cambio", solo se la creen todas sus focas taradas, prepagos en las redes, lideradas por mentirosos redomados y acomodadizos como este tal Arteta. Petro duró 30 años en el Congreso, untándose de todas las mañas, clientelas, nepotismo, nula ética del trabajo y corrupción de nuestros "padresdelapatria". Allá conoció el perico, la corrupción, la discursería vacua y el clientelismo. Ése es el único "progresismo" que conoce.
  • Mar(60274)10 de abril de 2025 - 10:47 p. m.
    laboral
  • Mar(60274)10 de abril de 2025 - 10:46 p. m.
    hubo
  • Mar(60274)10 de abril de 2025 - 10:46 p. m.
    Si hibi slguien que cuando estuvo en el congreso, trabajó ese fue Petro y lo hizo de una forma valiente y con todo. Petro sí es cambio, mire solo la reforma labiryal, pero depende del congreso y el congreso, sí es el mismo de siempre, altísimos salarios y la mayoría corruptos yvendidos.
William Alvarez(41808)10 de abril de 2025 - 07:26 p. m.
La connivencia con el M19, sellada con evasivas e indignación con quien pretenda desafiarla, es un ejemplo de sindrome de Estocolmo. Solo que nimio comparado con el que, junto con servilismo voluntario, indefensión aprendida y negacionismo, padece el pueblo colombiano frente al más mortífero y vitalicio régimen conservador del mundo. A tal punto, que es de acuñar un nuevo término psicopatológico: Sindrome de Colombia: indignarse y/o eliminar a quienes desafíen un statu quo de tal tenebrosidad.
usucapion1000 .(15667)10 de abril de 2025 - 06:28 p. m.
Paloma violencia y cia femenina sufren de eterno síndrome de Estocolmo, por eso deidifican al matarife y hasta le elevan un altar. Es un amor incondicional, y la adoración las hace bullir con pasión malsana, ¿o es que comparten sus peores instintos?.
Dora Hilda Aya Baquero(30910)10 de abril de 2025 - 06:03 p. m.
Este tipo que no tuvo los calzones para ingresar bien sea al ejercito o a la insurgencia por porcelana, no tuvo la oportunidad de estar alli don del sol calienta, saca una endeble toería para criticar. La historia son momentos y es alli donde se trasforma la vida de los pueblos.
PEDRO CASTIBLANCO REYES(85266)10 de abril de 2025 - 05:19 p. m.
sindrome de estocolmo, el que aun tienen algunos paisas con alvaro y sus 6402 ejecuciones extra judiciales, 500 desvividos de la escombrera, 500 desvividos de los 12 apostoles de yarumal junto a Santiago su hermano, y un numero aun no cuantificado de masacres, desapariciones, desplazamientos, asesinato de testigos y complices de sus fechorias. Y todo para ostentar ante Colombia y el mundo como el hombre que mas tierra logro acumular a sangre y fuego a expensas del campesinado colombiano.
  • Astrid Vallejo(60305)10 de abril de 2025 - 06:19 p. m.
    De acuerdo
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