Hace parte del paisaje en las discusiones sobre adopción igualitaria la alusión a la evidencia “científica” según la cual la orientación sexual de padres o madres no afecta el desarrollo infantil.
La homoparentología, como se podría denominar la disciplina que estudia las familias de parejas homosexuales, es bastante peculiar. No existe recelo con los estudios realizados o apoyados por organizaciones activistas, con intereses en ciertos resultados y no en otros. La información se obtiene con muestras pequeñas, no aleatorias, ni representativas, ni tomadas con métodos replicables.
La pertinencia para Colombia es limitada pues las investigaciones se han hecho en sociedades en las que la familia, el sistema educativo, la cultura de tolerancia y las instituciones del entorno de los menores son diferentes a las colombianas.
Pero el punto realmente problemático es que casi la totalidad de la evidencia empírica proviene de estudios con parejas de lesbianas una de las cuales es la madre biológica. A pesar de este sesgo, la homoparentología no tiene reparo en extender las conclusiones a cualquier pareja no heterosexual. Así, de la comparación de unos pocos menores que viven con la madre lesbiana y su pareja en un país desarrollado se infiere lo que podría ocurrir en un hogar encabezado por gays o trans y con madre ausente en cualquier lugar del mundo. Ninguna disciplina seria ha tomado tan a la ligera la falta de cuidado maternal.
Algunas revisiones locales de estos estudios no tienen reparo en señalar que la homoparentalidad no afecta la crianza pero que, simultáneamente, las familias encabezadas por gays o lesbianas transmiten mejores valores y más tolerancia. O sea que sí se observan diferencias, pero benéficas, como autoriza la doctrina. Sin rubor, la homoparentología criolla señala que “las co-madres lesbianas no-biológicas muestran mejores habilidades para la crianza que las madres biológicas y los padres biológicos”. Una verdadera revolución en técnicas de cuidado infantil.
La supuesta ciencia que se instrumentaliza para este debate es realmente ideología camuflada; una caja de resonancia para dogmas que reemplazan viejos prejuicios con inferencias apresuradas y filtro selectivo de la evidencia. Los activos seguidores de la disciplina la mantienen blindada con la descalificación de homofobia a cualquier observación o crítica y el silencio sobre los dilemas más complicados. Además de sesgada, la homoparentología es en últimas irrelevante para los problemas realmente agudos de la adopción igualitaria, que nunca tendrán una “solución científica” pero que sí ameritan un debate ético y político bastante menos sesgado, superficial y dogmático del que hasta ahora se ha dado en el país.