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Sancocho de sectarismos en un reality show inolvidable e indigesto

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Mauricio Rubio
13 de febrero de 2025 - 05:04 a. m.
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Se requerirá tiempo para asimilar el Consejo de Ministros, con enfrentamientos y cadena de afectos que alcanza al fundador del M-19.

En paralelo a la ilusa pretensión de una exhibición de democracia, la cumbre provocó serias críticas desde la izquierda no fanática. “La idea de que mostrar en público la disfuncionalidad es una muestra de transparencia sólo indica que uno vive en estado de negación”, anotó Mario Jursich. Insistió que “otra izquierda es posible”, mensaje que reiteraron personas arrepentidas de su voto petrista. “Fue doloroso… Me voy a llorar”, trinó Margarita de Francisco con eco en El País español. “Hay algo realmente maléfico en la autodestrucción de Petro y da ansiedad su despliegue de resentimiento”, remató Carolina Sanín; su monólogo sobre esa misa negra mejor oírlo entero.

Imposible saber la audiencia del video de seis horas. Una muestra de la profusión de clips destaca, cual comentarista de artes marciales, que Petro “atacó a sus amigos de toda la vida” mientras defendió a los politiqueros de siempre. Una transcripción permite ordenar los múltiples temas abordados. Asunto crucial huérfano de análisis fue la fatídica reincidencia en la glorificación del pasado guerrillero y, sobre todo, idealizar un personaje tan nefasto como Jaime Bateman Cayón, muy evocado con su vacua metáfora del sancocho nacional. Por fortuna, esta vez sin bandera.

De manera irrespetuosa y agresiva, el presidente negó su sectarismo para achacárselo a su gabinete. “Es una pelea entre ustedes. Eso se llama sectarismo, porque ya lo habían previsto antes. Y el presidente no se deja encerrar… a mí me han expulsado de partidos de izquierda por el sectarismo y yo no soy de una secta”. Sin embargo, había subrayado los logros del más pernicioso fanatismo el que provoca un partido político. Peor aún, lo vinculó orgullosamente a un grupo armado que nunca se arrepintió, ni pidió perdón, sino que deformó su historia. “Si no se hace un sancocho, lo dijo Bateman, no se gana. Por eso la izquierda nunca ganó el poder en Colombia, fuimos nosotros. El que derrotó a Uribe fuimos nosotros, el que hizo la Constitución fuimos nosotros. Nosotros hemos sido transformadores de este país con nuestros errores…. Entonces, el gobierno sigue siendo sancocho, y en el sancocho encontramos la revolución”.

Los gloriosos lazos entre lucha armada y política partidista fueron explícitos: “el único lugar del que no me han echado es el M-19 que fue mi único partido”. Confirmó que “la gente del M-19 forma secta, porque vive la nostalgia”. Este peculiar sectarismo no es político, ni ideológico, ni religioso. Es un espeso sancocho cocinado con armas, militancia, combates, crímenes y la arrolladora capacidad de seducción de Jaime Bateman. “Era un hombre que enamoraba”, anota la hermana de Carlos Pizarro. “Desde el primer instante sentí su magnetismo -confirma una de sus novias- él utilizó a todo el mundo, pero todo el mundo se dejaba utilizar… uno se volvía su incondicional”. “Me conmueve, me emociona tener un jefe como él”, corrobora otra amante guerrillera.

Como si este empalagoso plato no bastara, esperando contrarrestar el rechazo al nuevo jefe de gabinete, Petro lo comparó con el inmortal comandante. “Benedetti está al lado mío porque sí tiene una especie de virtud, que es ser loco, (como) era Bateman… Benedetti tiene un toque, que es la magia”. El elogio de la locura del Flaco viene de lejos: “él es un loco y yo también soy un loco. De la locura de él yo me alimento y de la locura mía él se alimenta. Me seduce su versatilidad… con mucho amor, lleno de amor todo el tiempo” anota un dramaturgo. El escéptico Antonio Caballero admitió que “el Flaco me pareció un tipo absolutamente arrollador, de simpatía y de inteligencia”. Alfredo Molano, que lo conoció, quedó debiendo “los lados flacos del Flaco, sus contradicciones, sus vicios, sus bajezas”.

Equiparar al jefe de gabinete con el Flaco es un disparate. En común tienen el acento, la misoginia y, con distinta gravedad, su desapego al Código Penal. Pesan más las diferencias, pero lo que realmente distancia a Benedetti de Bateman, y de Petro, es no haber sido compañeros de armas. Ese singular y poderoso sectarismo lo corroboró otro ex M-19 en el Consejo al rechazar de plano la comparación de Benedetti con Bateman, “el hombre caribe, limpio, transparente, alegre, que nos enseñó a luchar con alegría. La revolución es una rumba, es el sancocho nacional”.

Una nueva facción la formará, sí o sí, el mandatario que se declara no sectario pero controla férreamente otra secta más sólida y rancia. El benedettismo reclutará “usando chantajes para socavar un sueño” como precisó Francia Márquez. Si ella rehúsa someterse, de pronto la dejan sin sancocho.

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Javier Jurado Ciro(dizd8)13 de febrero de 2025 - 04:28 p. m.
Ya aflora la picaresca del colombiano: se goza más en un consejo de ministros de Petro. Como para salir en pura hp.
Jorge Cuervo(48756)13 de febrero de 2025 - 04:27 p. m.
Lo cierto es que el M-19, en el largo plazo, ha logrado más cosas que cualquier otra guerrilla en Colombia. Eso le duele a Rubio? Me alegra.
Atenas(06773)13 de febrero de 2025 - 02:35 p. m.
Ay, Mauro, ese tal conejo de ministricos ahí acobardados o aculillados mientras sobre ellos blandía mandobles el ñero o vicioso presidente, fue la tapa del congolo de este pestilente circo. No más, su despedida, fue la típica demostración de quien quiere dejar la sensación de q’ todo ese, su séquito, le importa un reverendo rábano o cu… No en vano, ahí como al desgaire, le dijo con afanes a Jorge Rojas, el del DAPRE, “ahí lo dejó” y se pisó; pero éste, al día siguiente le renunció.Atenas.
Julio(83619)13 de febrero de 2025 - 11:46 a. m.
Sorprende entre otras cosas, que el Presidente se ufane de tener como principal asesor a " un loco" que se le parece a otro loco. Solo un loco se asesora de otro loco. ¿Aureliano o Lucas Tañeda?
CARLOS(84821)13 de febrero de 2025 - 11:31 a. m.
Señor presidente: siga publicando los consejos de ministros, para que la gente vea cómo se maneja este país, y para que la derecha no crea que va a seguir con el secretismo de entregar contratos en recinto cerrado a sus amigos. Lleve las propuestas de grandes obras y adjudíquenlas en audiencia pública para que entiendan que el dinero publico es del pueblo y no de los poderosos de Colombia enseñados a que les entreguen carreteras y puentes en reuniones privadas.
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