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Seis pendejadas que mejorarían el 2015

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Mauricio Rubio
01 de enero de 2015 - 03:00 a. m.
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Mis deseos para el nuevo año son estrambóticos, pero dependen de un desencadenante pendejo que bien podría ocurrir.

 1. Paseando por la selva, un escritor y sus asesoras caen en una rumba de jóvenes de la guerrilla que aprovechan el veraneo del secretariado. Varias combatientes relajadas les cuentan sus planes para la paz. Al publicarse el ensayo “Sueños de Juventud sin Tierra”, la crisis en La Habana es inmediata. A regañadientes, dos de las jóvenes son invitadas a la mesa de negociación. A nombre de sus compañeras confirman ser capaces de sacar título universitario, hasta maestría en el exterior, pero que al campo no vuelven ni amarradas. Los comandantes se dividen. Al reconciliarlos, un astuto negociador del gobierno constata que más eficaz que un tratado con toda la delegación en bloque puede ser un acuerdito con cada comandante.

2. Reporteras aburridas de esperar y transcribir comunicados se reúnen con unos funcionarios cubanos pensionados. Desinhibidos por la apertura, dos ex agentes de la inteligencia castrista revelan que siguieron paso a paso los preparativos y la toma del Palacio de Justicia. Encartados con la crónica, los amnistiados por fin cuentan todo, hasta la lista completa de periodistas novias del M-19. Virginia organiza una asociación de “víctimas voluntarias” del conflicto.

3. Sale al mercado Lybrido, el Viagra femenino. Aburrido del desierto, el parejo de una feminista la convence y ensayan cada uno su píldora. Las colegas del grupo de estudio casi no le creen, pero la ven tan radiante que la afición a la mágica pepa se propaga. Intercambian reflexiones. Se preguntan atónitas cómo un vulgar fármaco puede borrar a voluntad la huella de la cultura patriarcal. Anotan que ven a sus hombres, incluso recién conocidos, con otros ojos. Publican dos ensayos colectivos muy influyentes. “Machismo, cerebro y nuestra líbido” y “Hombres suficientemente adorables”, una recopilación de los perfiles de sus hijos varones y de los compañeros de cama que ahora aman con renovado pero desprendido vigor.

4. La hija de otra feminista le pregunta si ella es creacionista o evolucionista. Del colegio le piden a la estudiosa mamá que haga una presentación sobre los vínculos entre la evolución de las especies y la situación de la mujer. Una amiga bióloga le recomienda leer “¿Quien le teme a Charles Darwin?”. Después de la exposición, las lecturas se extienden hasta conformar el material para el curso de donde saldrá la primera cohorte del feminismo darwinista colombiano.

5. Lesbianas intrigadas por el senador Gerlein, que manifestó su disgusto con los gays pero no con ellas, deciden visitarlo. El controvertido parlamentario les comunica que ya convenció al procurador de que la adopción por lesbianas es inocua y que está moviendo esa reforma en el Congreso. Les confirma que “por los maricas, no voy a mover un dedo”. Las lesbianas se preguntan qué han ganado con la alianza LGBT, concluyen que bastante poco y deciden hacer rancho aparte para no dispersarse y luchar por sus derechos con mejores chances. Colombia Diversa empieza realmente a serlo.

6. Comentaristas de El Espectador renuncian al anonimato, la mayoría de columnistas les respondemos, y se inicia un fructífero diálogo. La transparencia se extiende a los foros de otros medios, yo me destapo en el de Florence Thomas, le pido excusas por todas mis irreverencias y ella termina recomendando mi columna “Prostitutas” en El Malpensante.

Un pacífico y plácido 2015 para todos. Ojalá se les cumplan más deseos que a mí.

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