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Hay un escenario donde convergen gentilicios, culturas, edades, y comida, un lugar donde el más bello caos es señal de felicidad para sus anfitriones y visitantes, este lugar es la plaza de mercado.
La pandemia nos ha arrebato unos pocos tumultos de felicidad, corren peligro las conversación en medio del caldo de cuchuco, las flores a mil y las yerbitas para el mal de amor. Las plazas de mercado, son un universo invisible para unos, pero tan imprescindible para todos, un eje importante de nuestra economía y muestra de la biodiversidad exquisita que tiene Colombia. Esta ha sido víctima como todos, de un distanciamiento social que nos ha desdibujado las caras de las personas que detrás de aguacates y tomates, atraviesan una dura realidad vinculada a la crisis gastronómica que ha dejado el Covid -19, en nuestro país.
Por eso, incitativas como De la Plaza a tu Casa, aparecen para rescatar tradiciones, resaltar ingredientes y promover el consumo local a través de sus experiencias gastronómicas, que tiene el poder hasta de hacernos viajar entre ciudades.
El chef y empresario Andrés Nieto, junto al grupo Bred y otros creyentes de la comida local, quisieron devolverle algo a sus proveedores y darles una visibilidad a través de experiencias virtuales, donde cualquier persona puede acceder a un menú salido de la creatividad y del talento de este equipo.
Para trasladarnos un poco al mar de San Andrés, y recordar esos sabores tan diversos que integran la cocina isleña, Nieto creó un menú con ingredientes de la plaza que llegaron a mi puerta como barco cargado de delicias caribeñas.
Limones, tamarindo, crema de coco, pargo rojo, tilapia, mayonesa de calamar, mango, maíz tostado, cebolla y pimentón, eran algunos de los ingredientes que anticipaban una noche llena de reggae, coco loco y mar caribe.
A las 6pm de manera virtual, nos reunimos con varios desconocidos y con el grupo Bred, para cocinar un menú inspirado en las islas, una excelente manera de invitar a las personas a sentir el Archipiélago como territorio colombiano, recordando la crisis sin precedente por la que atraviesa el territorio insular, pero sobretodo apelando al paladar para motivar a las personas a volver a ese mar y darle la oportunidad a que su cultura los enamore.
El resultado, fue un coco loco en totumo, unas empanadas de tilapia, homenaje al crab patty de la isla, unas croquetas de arroz con coco, acompañadas de chicharrón de pargo, que iban muy bien con un ceviche de mango. Para acompañar una michelada de tamarindo, ingrediente indispensable en la cocina isleña, una cocada de postre y una sonrisa en los comensales.
Sin duda viajamos a través de ingredientes que fueron el motor del barco que nos llevo por algunas horas a saborear el caribe. La misión de darle rostro de nuevo a la plaza y acercarnos a lo local, fue el resultado perfecto de una cena memorable.
Sin darnos cuenta, desde la comodidad de nuestras trincheras, hemos ido perdiendo la conexión humana que es tan necesaria pero tan amenazante en este momento, sin embargo la comida tiene el poder de conectarnos con lo nuestro, con nuestras raíces y con nuestra gente aún a miles de millas de distancia.
No olvidemos que cada fruta y verdura que se sirve en plato de un casa o restaurante seguramente proviene de la plaza de mercado, el papel de los productores, recolectores y vendedores es una cadena mágica que nos permite tener el campo en la mesa.
La gastronomía es una muestra de arte efímera que dura poco en la boca pero perdura en la memoria y nos hace viajar con tan solo un bocado, debemos apoyar lo nuestro y que mejor que a través del paladar impulsar la economía.
