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La ley del embudo

Miguel Gómez Martínez
25 de octubre de 2009 - 04:00 a. m.

NO HAY NADA MÁS INSOPORTABLE que la intolerancia de los que se denominan como tolerantes. Rechazan a la gente porque piensa distinto o tiene valores diferentes. En esta semana hemos tenido dos ejemplos de cómo la intolerancia no es siempre una virtud de quienes se autotitulan como “progresistas”, “de avanzada” o “modernos”.

Para sorpresa de muchos, hay un profundo rasgo de intolerancia e incoherencia en la Corte Constitucional.

La Corte ha ratificado la objeción de conciencia para quienes no quieren prestar el servicio militar. Personalmente siempre me ha parecido esta posición muy cuestionable. Ser ciudadano implica derechos, como el de pensar diferente, pero también deberes, como el de defender a la Patria. Los derechos tienden a ser favorables a uno; los deberes son responsabilidades no siempre agradables como respetar la ley, pagar impuestos o prestar el servicio militar. Generalmente los que son puntillosos en exigir sus derechos, son flojos cumpliendo con sus deberes. Hay para mí una gran incoherencia en exigir el derecho a pensar diferente, pero al mismo tiempo escapar al cumplimiento de la ley, que debe ser igual para todos. Pero como la Corte quiere ser “de avanzada” y copiar los fallos suecos, pues tutela el derecho a la objeción de conciencia.

Si la ley es igual para todos, cuando castiga pero también cuando protege, la Iglesia Católica también tiene derecho a la objeción de conciencia. La Iglesia, por razones doctrinales, morales y éticas, se opone al aborto. Muchos colombianos, como lo confirman las encuestas, creemos que tiene razón. Hay una minoría que cree que está equivocada. La Corte “progresista” ha copiado los fallos de los países “avanzados” para tutelar el derecho al aborto. Pero ahora ha ido más lejos y les pide a los colegios católicos que cumplan la labor de informar y promover el derecho al aborto. La Conferencia Episcopal, a través de su representante, monseñor Juan Vicente Córdoba, ha dicho que la Iglesia no puede participar en este ejercicio, pues viola uno de sus principios fundamentales. ¡Quién dijo miedo! El coro de abortistas autodenominados como “modernos” exige que la Iglesia respete la ley, así no le guste. Curiosamente son los mismos que aplaudieron la ratificación del derecho de los jóvenes a no prestar el servicio militar porque la ley no les gusta.

El procurador Alejandro Ordóñez, con coherencia y valentía, ha señalado que cree que la norma es ilegal. Le han caído todos los dardos de los intolerantes progresistas. Pues así no les guste a los abortistas, la Iglesia también tiene derecho a su objeción de conciencia. La ley que les gusta a los “de avanzada” es la ley del embudo. Su apertura de espíritu no les permite aceptar que la gente pueda tener valores diferentes. Para ellos, sólo hay una manera correcta de pensar: la de ellos. ¡Qué ejemplo de tolerancia, progresismo y modernidad!

Si hay jóvenes que dicen no ir al servicio militar porque su conciencia no les permite matar, pues hay colegios que no quieren enseñar a sus estudiantes que tienen derecho a matar un inocente. ¡Abajo la ley del embudo!

 

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