EL AÑO 2008 EMPEZÓ CON GRANDES expectativas y concluyó muy enredado. La crisis política interna nos tiene bloqueados, la economía se debilita rápidamente y el país parece cansado y sin mucho optimismo. Para colmo de males, ya entramos en período de precampaña electoral, lo que me genera una inmensa pereza existencial.
Por eso, en este ambiente depresivo de las fiestas navideñas, me dan rabia muchas, que algunos considerarán triviales, pero que terminan por mostrar la mediocridad en la que estamos.
Inicio por los Juegos Nacionales, que reflejan el patético nivel del deporte colombiano. Los registros deportivos son paupérrimos y nos sitúan en un nivel intermedio en el ámbito panamericano. No hay ninguna marca que se acerque a registros olímpicos y mundiales. Las “grandes” ligas nacionales (Antioquia, Valle y Bogotá) están muy orgullosas por que barrieron a Vichada, Putumayo y Sucre. Me da rabia lo orgullosos que están los gobernadores y directores de deportes departamentales triunfadores con tanta mediocridad.
Me da rabia el absurdo código de transito nacional que es el principal causante de atascos en todas las ciudades. Cualquier choque, por pequeño que sea, exige que los automóviles no sean desplazados del lugar del accidente hasta que se presente el policía de Tránsito y levante el famoso croquis. Nada más ridículo y absurdo que este procedimiento con el metro, la reglita y las versiones de los conductores de lo acontecido, mientras se genera una monumental congestión.
Me da rabia ver cómo hemos retrocedido en cultura ciudadana. Habíamos avanzado en temas como no bloquear los cruces de las calles para evitar que se agravara la situación. Nuevamente prima el egoísmo y actuamos con el argumento miope de “no dejar pasar porque yo no puedo pasar”. Me da rabia saber que hay cientos de conductores de buses, busetas y taxis que tienen millonarias multas acumuladas sin pagar y ruedan tranquilos por las calles sin que les pase nada violando todas las normas de tránsito.
Me da rabia cancelar 11.200 pesos (¡casi 5 dólares!) en peajes por transitar por una horrible y peligrosa carretera entre Bogotá y Melgar para recorrer 96 kilómetros en tres horas ¡a un increíble promedio de 32 kilómetros por hora! La misma distancia cuesta en Estados Unidos, por utilizar una verdadera autopista, la suma de 570 pesos. Me da rabia que todavía el Gobierno considere que en el tema de infraestructura vamos bien.
Me da rabia que el Gobierno siga buscando cómo compensar a los que perdieron dinero en la ruleta de las pirámides. No entiendo cómo, con mis impuestos, se piensa resarcir a quienes con codicia extrema querían ganarse un modesto trescientos por ciento mensual durmiendo mientras yo trabajaba para pagar, entre otras cosas, los impuestos.
Me da rabia que cuando sube el precio del petróleo pago más cara la gasolina, pero cuando baja, el Gobierno se inventa un artilugio para que no disminuya el precio al consumidor.
Menos mal la Navidad es una época para pedir perdón y practicar la reconciliación. Voy a prometer dejar la ira y volverme como la mayoría de mis compatriotas: pasivo y apático.