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En la carrera actual por el dominio de la inteligencia artificial (IA), Estados Unidos ha consolidado una posición de liderazgo mediante el control de la producción y la cadena de suministro de semiconductores esenciales. Este dominio se centra en la gestión de tres gigantes de la industria: ASML, TSMC y NVIDIA. Estas empresas son cruciales porque fabrican los chips que potencian la mayoría de las tecnologías de IA modernas. Estados Unidos dejó claro que no permitirá que naciones consideradas adversarias, como China, Rusia, Irán y Corea del Norte, accedan a estos chips avanzados.
Este enfoque recuerda las tácticas empleadas durante la Guerra Fría, cuando se limitó el acceso del bloque soviético a tecnologías clave. Aunque esos esfuerzos tuvieron un éxito acotado, la situación actual es distinta debido a la evolución de la tecnología. Hoy, Estados Unidos utiliza “la nube” como herramienta estratégica. La nube, en este contexto, no se refiere a una ubicación física, sino a servidores distribuidos globalmente que almacenan y procesan datos, permitiendo a los usuarios acceder a servicios y aplicaciones de IA sin necesidad de hardware avanzado local.
Para países no alineados directamente con Estados Unidos o sus enemigos, como Brasil, Argentina, Colombia, Sudáfrica, India e Indonesia, la situación es compleja. Estos países se encuentran en una zona gris de alianzas políticas y económicas que cambian con cada gobierno. Para estas naciones, el acceso a la IA se controlaría mediante su conexión a la nube. Este acceso sería supervisado y podría ajustarse en función de la lealtad percibida hacia los intereses estadounidenses. La adhesión a los valores occidentales y la cooperación en auditorías y regulaciones serían condiciones para mantener ese acceso.
Si bien esta estrategia puede parecer una solución eficiente para Estados Unidos, plantea importantes dilemas políticos. La dependencia de la nube controlada por una sola nación no solo relega la soberanía tecnológica a la insignificancia de los otros países, sino que también los coloca en una posición vulnerable en términos de seguridad y privacidad de datos.
La decisión de Estados Unidos de usar la nube como un instrumento de política exterior refleja una realidad en la que la tecnología y la geopolítica están inexorablemente vinculadas. Los países que no se alineen con las políticas estadounidenses podrían encontrarse marginados del progreso tecnológico, lo cual reforzaría la división global entre quienes tienen y quienes no tienen acceso a la última tecnología de IA.
En conclusión, la nube ofrece a Estados Unidos una herramienta poderosa para mantener y extender su influencia global sin que otros actores puedan hacer nada al respecto, ya que sin la IA, no hay futuro.
Las cosas como son.
* Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional.
