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Las cosas como son

Respuesta de Israel: destrucción del mito de Dios y doctrina de disuasión personal

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Mookie Tenembaum
26 de octubre de 2024 - 11:48 p. m.
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El 7 de octubre de 2023 marcó un antes y un después para Israel. Aquel día no fue simplemente otro enfrentamiento con Hamás, sino el inicio de un evento singular que desdibujó las líneas entre combatientes y civiles. Los testimonios y las pruebas indicaron que no solo se trató de una operación militar: civiles gazatíes se sumaron voluntariamente a la masacre, participando en asesinatos, violaciones y quemas de personas vivas. El horror llegó a niveles que evocaron las peores imágenes de la historia judía, colocando a Israel ante una encrucijada existencial similar a la del Holocausto. Pero esta vez, la nación tenía la capacidad de defenderse y responder.

La decisión: O nosotros o ellos

Para Israel, el dilema era claro: debía erradicar la posibilidad de que estos eventos se repitieran. Hamás repitió una y otra vez, lo volveremos a hacer si podemos. La población Palestina no solo no condenó estos actos, sino que en encuesta tras encuesta la apoyó abrumadoramente. La participación activa de la población de Gaza en el ataque significó, a ojos de los israelíes, que la frontera entre Hamás y la sociedad civil se había diluido hasta desaparecer. Ante esta realidad, la supervivencia de Israel se redujo a un juego de suma cero: nosotros o ellos.

A esto se sumaron una serie de esfuerzos externos para frenar a Israel y disuadirlo de llevar adelante una operación definitiva para erradicar a Hamás. Desde mostrar imágenes de niños gazatíes muertos en las redes sociales, amenazas iraníes y boicots económicos y deportivos, hasta ejecución de rehenes, pasando por presiones diplomáticas y condenas internacionales en todo foro, olas de agresiones antisemitas, bombardeos de aliados bloqueos marítimos al petróleo... Cada movimiento estuvo dirigido a detener la demoledora y sistemática ofensiva y así garantizar la supervivencia de Hamás. Pero el gobierno israelí, después de ese 7 de octubre, ya no estaba dispuesto a aceptar ni una tregua.

El dilema de Hiroshima y Nagasaki

Estados Unidos, después de Pearl Harbor, entendió que debía hacer algo que anulara la voluntad de Japón de luchar. La decisión fue el uso de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. El mensaje era claro: la destrucción absoluta no solo de las fuerzas armadas, sino también de la moral y la esperanza del pueblo japonés. El resultado fue la transformación de Japón de la noche a la mañana en una de las naciones más pacíficas del mundo, incapaz siquiera de sostener un ejército propio.

Israel se enfrentó a un dilema similar. Desechó usar armas nucleares, pero tenía a su disposición la tecnología y la capacidad militar para llevar adelante una destrucción sistemática de la infraestructura de Gaza y de su ideología religiosa. La decisión era devastar la Franja de Gaza para enviar un mensaje que resonara, no solo en Hamás, sino en todo el mundo árabe, e incluso en Irán: ni siquiera tu dios puede protegerte de la perseverancia de Israel.

La filosofía del miedo absoluto

Esta respuesta se enmarca en la teoría del miedo de Thomas Hobbes. Según Hobbes, el miedo es la herramienta fundamental para evitar el caos y la anarquía. Al igual que los Estados Unidos decidieron provocar una suerte de Síndrome de Estrés Post Traumático colectivo, una disuasión individual para imponer una paz duradera en Japón, Israel busca ahora crear el mismo efecto, que paralice a cualquier enemigo potencial y que disuada a futuras generaciones de siquiera considerar atacar al estado judío.

Hamás y Hezbollah son, en esencia, organizaciones ultrareligiosas, cuyo poder no proviene de armamento sofisticado, sino de la creencia inquebrantable en su fe y en que su causa cuenta con la protección divina. Hezbollah se autodenomina el “Partido de Dios” y se presenta como un instrumento de la voluntad divina en la tierra. Al desmantelar y aniquilar sistemáticamente sus estructuras, Israel no solo destruye su capacidad operativa, sino que hace trizas su narrativa religiosa. Parafraseando a Nietzsche el filósofo alemán, “Allah ha muerto”.

En este sentido, la operación de Israel no se limita a un objetivo militar, sino que busca demoler la fe y la esperanza de estas organizaciones, como lo hizo Estados Unidos con el emperador de Japón. Cuando el emperador habló por la radio, el mito de su divinidad se desmoronó. De la misma forma, Israel ha desmoronado el mito de la cobertura divina de Hamás y de Hezbollah. La idea es clara: si ni Dios te salva, no hay esperanza.

La guerra del mito

Tras el 7 de octubre, el dilema no era solo militar. La cuestión era cómo destruir no solo a Hamás, sino también la voluntad de resistencia de los palestinos en Gaza y de sus aliados en la región. Con un Hezbollah azotado por la explosion simultánea de 3.000 “beepers” , y metódicamente decapitado de todos sus mandos, todo en muy pocos dias aun con la comunidad internacional ejerciendo una presión sin precedentes, Israel optó por una estrategia de aniquilación total de la voluntad. Asi también, los líderes de Hamás fueron eliminados meticulosamente, y la Franja de Gaza se convirtió en un campo de ruinas para enviar un mensaje: atacar a Israel tiene un costo existencial.

El futuro: un nuevo orden en Oriente Medio

Al igual que Japón emergió de la Segunda Guerra Mundial como una nación pacífica y aliada de Occidente, la visión de Israel es que Gaza y Líbano —e indirectamente Irán— deben entender que la era de las guerras asimétricas, donde un actor no estatal puede atacar impunemente a un estado, ha terminado. La nueva doctrina israelí es la de la disuasión absoluta, donde cualquier intento de atacar al estado judío, sin importar su escala o naturaleza, será respondido con una destrucción tan total que socave las bases mismas de la esperanza y la milenaria fe de sus enemigos.

Más allá del 7 de octubre

El 7 de octubre no fue simplemente una tragedia nacional para Israel. Fue el catalizador de una nueva forma de entender la seguridad y la supervivencia en Oriente Medio. La disuasión ya no es solo una cuestión de potencia de fuego, sino de aniquilación moral y religiosa. Japón tardó generaciones en recuperarse de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, y nunca más se atrevió a desafiar a Estados Unidos. Israel busca que Gaza y el Líbano —y cualquier otro actor regional que la contemple atacar— lleguen a la misma conclusión: nunca más.

El conflicto árabe-israelí ha entrado en una nueva fase, donde la derrota no es solo militar, sino ideológica y espiritual. Esta es la esencia de la respuesta israelí tras el 7 de octubre: no habrá tregua, no habrá concesiones, hasta que el mito del invulnerable haya sido destruido por completo.

La cosas como son.

Mookie Tenembaum

Por Mookie Tenembaum

Analista de la realidad internacional. Fue fiscal en Jerusalén y es miembro de la Fundación Raoul Wallenberg. Publicó su trabajo filosófico Desilusionismo. Este abogado y especialista en antropología de la Universidad Temple de Filadelfia entrevista a protagonistas de la política y la economía, tras lo cual escribe su columna “Las Cosas Como Son”.
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Gabriel(91153)28 de octubre de 2024 - 04:33 p. m.
PORQUERIA SIONISTA....
SOBEYDA(06851)28 de octubre de 2024 - 01:10 a. m.
Increíble este columnista. Por favor no compare lo sucedido con Japón, poque lo que hace Israel al pueblo palestino es un genocidio desde 1948. Y entienda que si la población palestina apoyaba a Hamás, es porque encontraban en ellos los únicos a los que les importaba, porque nadie más en el mundo se preocupaba por los constantes atropellos que Israel le propinaba. Señor columnista, ud parece ser el Goebbels actual.
Usuario(03284)27 de octubre de 2024 - 07:23 p. m.
La columna más horrible que he leído en mi vida , sin compasión , burlándose de las muertes de niños y elogiando la violencia , no se como publican algo así
Norma(12580)27 de octubre de 2024 - 06:15 p. m.
Que columna tan manipuladora. Falta a la verdad en todo sentido y presupone imbéciles a quienes la leemos. Los judíos, son los que construyeron una religión de odio y discriminación sobre la base de la ambición de tener un territorio para ellos, eliminando a sus habitantes ancestrales. Se auto-llamaron Pueblo de Dios, y se convirtieron en perseguidores de todos aquellos que no creyeran en lo mismo y que no amaran tanto el poder y las riquezas materiales. Ahora es el Pueblo genocida, ladrón.
Atenas(06773)27 de octubre de 2024 - 02:58 p. m.
Trascendental columna esta, de altos quilates conforme los precisos argumentos q’ emplea pa apuntalar sus apreciaciones respecto de por qué, Israel, se vio forzado o impelido a perseguir hasta el último rincón a los milicianos de la Yihad islámica y de paso a los países q’ les dan respaldo. Y cumple así lo q’ en la Asamblea de la ONU en New York, con firmeza sostuvo su delegada,M. Novak : “Ya no estamos dispuestos a soportar más pogromos o genocidios, el q’ se atreva morirá con nosotros”.Atenas.
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