
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Al comienzo le decían el chalet suizo, aunque no está hecho de madera. Se construyó en 1994, por la familia Orrego Maya. Los campesinos más viejos que quedan en la vereda El Arenillo (en Palmira, Valle) recuerdan que la comunidad disfrutó allí algunos de los mejores partidos de fútbol del mundial de Francia 98. Con la llegada de los paramilitares, los propietarios salieron del país y nunca regresaron.
La incursión paramilitar se realizó entre el 22 y 25 de septiembre de 1999. En esos días, un grupo de cien paramilitares, pertenecientes al Bloque Calima, entraron armados, con brazaletes de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), al mando de Hebert Veloza, o HH. Se distribuyeron en esas veredas y se apropiaron del chalet hasta su desmovilización.
Fue dormitorio de los jefes paramilitares, en un principio, y luego uno de los mayores centros de operación, asesinato, tortura y desaparición forzada en el Valle y Cauca. Desde entonces se conoció como el Chalet de la Muerte. “La información que tenemos es que puede haber más de 50 cuerpos enterrados ahí”, dijo Hebert Veloza en una audiencia, en julio de 2019. Pero podrían ser muchos más. Solo en los municipios de El Cerrito, Florida, Palmira, Pradera, Puerto Tejada, Santander de Quilichao y Cali hay 156 víctimas reportadas como desaparecidas para esos años.
Por este y otros testimonios, la Fiscalía de Justicia y Paz realizó labores de exhumación, entre 2008 y junio de 2018. Encontraron 18 cuerpos en los predios aledaños al chalet. Aunque a la fecha solo tres de ellos han podido ser identificados y entregados a sus familiares.
Hay otros que (muy probablemente) alguna madre o hermana siguen buscando, como el de “una muchacha joven, bonita, que tenía brackets”, como describió Veloza, en una de sus versiones, a una mujer que secuestraron en Cali, asesinaron e inhumaron en el chalet. Su ropa interior estaba cortada y sus manos atadas con un cordel. Por estos signos de violencia, la sala de Justicia y Paz ordenó verificar si había sido atacada sexualmente.
Pero la Dirección del Archivo General no ha permitido que la Fiscalía acceda al informe de exhumación de esta mujer, porque fue adelantado por funcionarios del extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Esto con el argumento de que hay medidas cautelares, impuestas por la Jurisdicción Especial de Paz, sin tener en cuenta que la medida es sobre los archivos de inteligencia, contrainteligencia y gastos reservados de esta entidad.
La historia del chalet y los esfuerzos por esclarecer lo que aquí sucedió están narrados en la más reciente sentencia de Justicia y Paz en contra del Bloque Calima, fechada el 9 de octubre de 2025. Un valioso documento sobre el origen y la evolución paramilitar en el Valle y Cauca, que pasó inadvertido en la prensa. El fallo, del que fue ponente la magistrada Alexandra Valencia, exhortó a la Fiscalía a que no olvide incorporar un enfoque que visibilice la brutalidad que se cometió durante el conflicto contra las mujeres. Para que casos como el de esta joven se comprendan como lo que son: crímenes de guerra y no efectos colaterales.
La decisión también ordena a la Fiscalía a que investigue en la justicia ordinaria a la red política que permitió el despliegue del Bloque Calima. Entre los políticos referidos, está (nuevamente) el exministro de Uribe, Carlos Holguín Sardi, mencionado por Salvatore Mancuso como uno de esos políticos del Valle que pidieron la creación de este bloque en una reunión con Carlos Castaño, en 1998.
Habrá quienes digan que la violencia paramilitar es cosa del pasado. Pero ese relato busca echarle tierra a una realidad cruda y es la vigencia de una cultura de la muerte que se pavonea. Hace no mucho, tenía en las calles a un pistolero furtivo, enardecido contra la protesta social, como Andrés Escobar, hoy concejal de Cali y figura política en ascenso por el Centro Democrático.
