En 1872, el presidente Ulysses S. Grant fue detenido por un policía por conducir a exceso de velocidad su carruaje tirado por caballos en Washington. El agente extendió la mano para indicarle que se detuviera, Grant obedeció y lo acompañó a la comisaría.
¿Degradó eso la presidencia?
No, yo diría que fue un hermoso homenaje a la democracia. Lo que era impensable para el Rey Sol francés, Luis XIV, ─aquel que proclamó: “L’état, c’est moi” (“Yo soy el Estado”)─ es apropiado en un sistema de igualdad ante la ley.