Publicidad

Generando una revolución del ahorro

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Nicholas D. Kristof
04 de enero de 2010 - 12:21 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

ESTELI, NICARAGUA. HAY UN VIEjo dicho sobre la pobreza: “Dame un pez y comeré hoy. Enséñame a pescar y comeré siempre”.

Hay muchas variantes sobre el tema. En Somalia escuché una versión más lúgubre: “Si compro comida, comeré hoy. Si compro un arma, comeré siempre”.

Pero en estos días hay evidencias que indican que una de las herramientas más eficientes para luchar contra la pobreza a nivel mundial tal vez no sea ni una caña de pescar ni un arma, sino más bien una cuenta de ahorros. Lo que necesitamos es una revolución de ahorros.

En este momento los pobres del mundo casi nunca tienen acceso a una cuenta bancaria. El efectivo llega y es gastado —y, francamente, a menudo se gasta inadecuadamente—.

“Solíamos comprar una botella de coca cola de tres litros todos los días”, recuerda Socorro Machado, ama de casa de 49 años de una ciudad de aquí, en el noroccidente de Nicaragua. Era poco menos que un galón, y su costo de 1,75 dólares consumía un porcentaje importante del presupuesto familiar.

Pero entonces Servicios de Asistencia Católica, una organización de ayuda, llegó a la ciudad con un nuevo programa para promover el ahorro. Daba cajas de madera con candado y organizaba grupos de ahorro de más o menos 20 personas que se reunían una o dos veces por mes, trayendo típicamente entre 50 centavos y un dólar para depositarlos en la caja.

Parte del dinero se presta para financiar la apertura de pequeños negocios, pero el mayor beneficio de esos programas parece ser que estimulan el ahorro.

“Ahora compramos una botella de coca cola sólo una vez por semana y el resto lo ahorramos”, señala Machado. La señora ahorra más o menos cinco dólares mensuales a su nombre y otros cinco dólares mensuales a nombre de su hijo, y tiene planeado eventualmente comprarle una computadora.

Algunas personas del mundo en desarrollo argumentan que el microfinanciamiento está sobrevaluado y últimamente se han registrado ciertas críticas en su contra —incluyendo un movimiento de “no pago” aquí en Nicaragua. “Este esfuerzo para no pagar ha sido orquestado por el gobierno izquierdista del presidente Daniel Ortega”.

No coincido con las críticas al microfinanciamiento, ya que he visto cómo préstamos insignificantes pueden transformar verdaderamente la vida de la gente dándole los medios para iniciar un pequeño negocio. Aún así, existe evidencia de que  el elemento más poderoso del microfinanciamiento es el microahorro, no los micropréstamos.

Uno de los terribles secretos de la pobreza mundial es que gran parte del sufrimiento es causado no sólo por los bajos ingresos, sino también por las malas decisiones de gasto. Las investigaciones sugieren que las familias más pobres del mundo (especialmente los hombres de esas familias) gastan más o menos 20 por ciento de sus ingresos en una combinación de bebidas alcohólicas, cigarros, prostitución, bebidas endulzadas y festivales extravagantes.

En una ciudad de aquí, en Nicaragua, donde los niños tienen que abandonar la escuela primaria porque no podían comprar libretas, una partera llamada Andrea Machado García me sacó la cuenta de que si un hombre ganaba 150 dólares trabajando en las montañas recolectando café, podría gastar 50 dólares en bebidas alcohólicas y mujeres y llevar 100 dólares a su familia.

Un reto es que esos hombres no cuentan con una forma buena y segura para ahorrar dinero, al igual que la mayoría de la gente pobre. Simplemente lo dejan en la casa, a la espera de ser gastado. También es vulnerable a los robos, a familiares ambiciosos y a exigencias de préstamos por parte de otros familiares.

En África Occidental, muchos recaudadores llamados “susus” operan bancos informales, pero cobran una tasa anualizada de 40 por ciento a los depósitos. Sí, leyó correctamente. ¡Usted paga una tasa de 40 por ciento por ahorrar dinero!

En Kenia, dos economistas condujeron un experimento pagando la cuota para abrirle cuentas bancarias a un número de pequeños vendedores ambulantes. Descubrieron que los vendedores que aceptaron las cuentas, especialmente las mujeres, disfrutaron de notables ganancias. En seis meses, estaban invirtiendo 40 por ciento más en sus negocios, comprando más bienes para vender.

Muchos grupos de asistencia, incluyendo CARE y Oxfam, actualmente ofrecen programas de ahorro de algún tipo y la Fundación Bill y Melinda Gates estudia cuál es la mejor forma de promover los servicios financieros para los pobres. Una página de internet, www.matchsavings.org, permite que las personas donen la misma cantidad de ahorro de una persona pobre para incrementar el incentivo a formar el hábito del ahorro.

Entonces, es tiempo de un movimiento mundial para el microahorro. Los países pobres deberían relajar las regulaciones (como el requisito de permisos bancarios) que dificultan que las organizaciones no lucrativas operen programas de microahorro.

Hugh Aprile, un funcionario de Servicios de Asistencia Católica de aquí, señala que cuesta muy poco iniciar esquemas de ahorro, porque no se utiliza capital para ofrecer préstamos. “La gente usa su mismo dinero —destaca—, para sumar más de lo que jamás llegaron a pensar”.

Tal vez nos resulte difícil de creer considerando cuánta aversión hay hacia los adinerados banqueros en Estados Unidos, pero los pobres del mundo podrían beneficiarse enormemente de la habilidad para poner a funcionar su dinero de forma segura como un banco.

*Columnista de ‘The New York Times’, dos veces ganador del Premio Pulitzer. c.2010 - The New York Times News Service.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.